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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Don Lope ha acogido a Tristana en su hogar para cumplir una promesa hecha a sus padres. Pero la joven es muy hermosa y se convierte en la obsesión del anciano, que a fuerza de tiempo y de paciencia consigue sus favores. Sin embargo, cuando ella conoce a un joven pintor que la enamora, decide cambiar radicalmente el rumbo de su vida. (FILMAFFINITY)
13 de junio de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un buen director, y Luis Buñuel fue uno muy bueno, se distingue porque pone el alma en todo lo que hace; siente un hondo amor, sino por toda la humanidad, cuando menos por los olvidados y excluidos del mundo. Ve en el arte ocasión de despertar conciencias, abrir los ojos y aguzar oídos... y cuando trabaja en una película, aunque aparenta valorar cada momento vacío, en realidad se afana, ¡obsesivamente!, para que cada plano contenga el mayor significado posible. Por todo esto, su cine no debe tomarse a la ligera para ver pasar una tarde de domingo, pues, no es esparcimiento simple, ni un embotador de realidades grises. El cine de un buen director, como Buñuel, es para ser pensado, observado concienzudamente, y masticado con mucho tino como si estuvieras comiendo una tilapia roja.

Son cosas como éstas, las que hacen del cine un arte y, <<TRISTANA>>, desde el primero hasta el último minuto, tiene esa fuerza del arte imperecedero. Por más que la obra literaria pertenezca a, Benito Pérez Galdós, lo que vemos es puro Buñuel, exorcizando sus últimos fantasmas con una complacencia pocas veces vista y creando un otro yo en ese, don Lope, que se va fortaleciendo de manera insospechada, mientras su entenada, “hija” y amante, Tristana, va desarrollando un polo oscuro que resultaba impensable.

Por más que el argumento -escrito por Buñuel con la colaboración de Julio Alejandro- haya sido ubicado históricamente entre los años, 1929 y 1935 -época de dictadura y otras calamidades-, el presente seguía respirando poderosamente en Buñuel, y por esta razón, lanzó al viento sus alegatos contra los malos curas; contra el trabajo que se hace por obligación y no por gusto; contra la represión sexual que nunca cesa… y otros gritos que se agitaron por siempre en su afilada garganta.

Porque la historia es toledana y española hasta la médula, creo yo que se hubiera necesitado una actriz española tipo, Aitana Sánchez-Gijón, que hubiera dado el toque exacto que exigía la historia. Catherine Deneuve no lo daba por ser más francesa que los franceses, pero, no obstante, su gélida figura irremediablemente bella, cabe muy eficazmente en esa frialdad interior que, Buñuel, impone a su personaje.

Pero, de palmo a palmo, Fernando Rey es el centro de esta historia. Muy sutil y bien decantado todo ese proceso en el que, lo que cada uno aparenta, va tomando otro tono, y como en un atardecer de un día de verano, lo gris se vuelve, gradualmente, de un rojo complaciente, y lo que lucía amarillo, se va opacando hasta llenarse de una gran sombra... y ruedan por el piso todos los prejuicios… y el paradigma se rompe devolviendo un poco la dignidad perdida a la difamada senectud.

Hechas bien las cuentas, Buñuel se sale con la suya y, <<TRISTANA>>, se acomoda como uno de sus filmes que bien se merece un lugar en la historia.
Luis Guillermo Cardona
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