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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama Tras ser abandonada por su amante, una mujer se convierte en la figura principal de un club nocturno en decadencia; después tratará de olvidar su pasado embarcándose con destino a Mandalay. (FILMAFFINITY)
29 de julio de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanya Borodoff, es una inmigrante rusa que se mostró dispuesta a abrir su corazón al primer hombre apuesto que se mostró galante con ella en su paso por Rangún. Pero, la bella Tanya, esperaba una relación sincera y honesta… y el vividor y traficante de armas, Tony Evans, no es de esa suerte de hombres y va a hacerla sufrir. Gregory Burton, es un médico atormentado por errores de su pasado, entregado ahora al alcohol para ahogar las penas… porque tampoco sabe que, el alcohol jamás las ahoga, y en cambio, las engorda. Ambos viajan ahora en el mismo barco con destino a Mandalay, Birmania, y sus almas se sentirán atraídas quizás por aquello de que, cuando alguien busca redimirse, el universo le proporcionará su alma gemela.

Plenamente confiada en la capacidad creativa del director húngaro, Michael Curtiz, la Warner Bros., lo pasaba de un lado a otro (esta vez estaba con la First National Pictures, estudio bajo su control), y allí le entregaban, “como descanso”, guiones de bajo calibre para que él los aprovechara como pudiera. En estas ocasiones, el director gozaba de plena libertad, y como el productor de turno ni siquiera asomaba las narices por los sets de rodaje, Curtiz aprovechaba para satisfacer sus ideas más personales… y es así como surgen realizaciones como <<MANDALAY>>, que puso a echar chispas a Hal V. Wallis, ante el atrevimiento y la osadía moral de algunas de sus escenas… pero, al genial Curtiz, rara vez se le decía un definitivo No.

Viéndola ahora, se entiende porqué a la película se le cerraron tantas puertas, no obstante que, en su país de origen, fue bastante bien acogida. Pero, contra todos los juicios de amoralidad de la historia, cuando se logra entender los impulsos más íntimos de sus protagonistas y el destino al que, conscientemente, se dirigen, se da uno cuenta de que, dos corazones rotos, pueden estar dispuestos a romper cualquier barrera con tal de seguir juntos en su afán de redimirse… y con un poco de lógica, puede recordarse que, non bis in idem.

En buena parte, la película fue rodada en auténticas localizaciones en Rangún, y se respira ese aire insano (obsérvese los frecuentes planos que dejan ver uno o varios ventiladores) que complementa, muy efectivamente, la turbia historia que se va desarrollando. Como suele ocurrir, en Curtiz todo significa, y en una película tan modesta como, <<MANDALAY>>, hay trazos que dejan ver que, quien la hizo, fue un verdadero artista.

En honor a la objetividad, también hay que decir que se colaron dos o tres pequeños baches en la edición, pero, en casos como éste, Curtiz entregaba sus películas al departamento posproducción, confiando en que los técnicos harían bien lo suyo… pero no siempre ocurría como esperaba.

Kay Francis, actriz a la que había conocido en, “The Keyhole”, realizada ese mismo año 1933, fue llamada de nuevo por el director, y quedó tan satisfecho con su labor que, al año siguiente, la tendría en el cartel de, “British Agent”, un filme que daría mucho de qué hablar. Junto a ella, Ricardo Cortez (a quien siempre recuerdo desde, “El Halcón Maltés”), es esa clase de truhán que no es fácil odiar, no obstante que, su Tony, sí es un verdadero canalla; y Lyle Talbot, tiene a su cargo esa suerte de médico que, antes que nada, necesita redención espiritual. En cuanto a que en el filme aparecía, Shirley Temple (con 6 años de edad), es un hecho que sus escenas fueron descartadas en el montaje.

Cuando llegue mañana… quizás dos corazones rotos se hayan unido para siempre.
Luis Guillermo Cardona
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