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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Thriller. Cine negro Christine perdió tiempo atrás a su marido. Ahora vaga por la playa y cree oír la voz del muerto llamándola entre las olas. En escena aparecerá Alexis, un adivino que puede ponerla en contacto con el difunto y mitigar así su pesar... (FILMAFFINITY)
4 de diciembre de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los EEUU, esta película se exhibió como The Spiritualist (El Espiritualista) y, curiosamente, en los posters más comunes se optó por mantener el título usado en Inglaterra y Europa: “The Amazing Mr. X”. En Latinoamérica, muy razonablemente, la película se tituló “EL ESPIRITISTA”, y aquí viene al caso mencionar que, hay una particular diferencia entre Espiritualista y Espiritista, que muchos, quizás, ignoran: Espiritualismo (Spiritualism) es el nombre dado a la escuela francesa creada por el apreciable pedagogo y escritor Allan Kardec (1804-1869), quien, en su obra “El libro de los Espíritus” (1857), sostuvo que la misión de éstos, “es la de instruir e ilustrar a los hombres, abriendo una nueva era a la regeneración de la humanidad”, y también explicó que, el nombre que él usa, fue el que su espíritu protector le dijo que llevaba en tiempos de los druidas cuando ambos entraron en contacto. De aquí, surge entonces que, el espiritualismo es la ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los espíritus, y de sus relaciones con el mundo corporal.

El Espiritismo (Spiritism), es un término surgido desde que, en el año 1847, las newyorkinas hermanas Fox (Leah, Margaret y Catherine), comenzaron a sentir golpes, pisadas y los más extraños ruidos en su casa, los cuales atribuyeron a la presencia de ‘fantasmas’ (espíritus) inquietos. Surgió así la idea de que, ciertos espíritus, pueden manifestar su presencia de forma física u oral, y en muchos casos, atemorizante, experiencia que daría lugar al surgimiento de un sinnúmero de médiums, muchos de los cuales han sido unos perfectos farsantes que se valen de trucos para estafar a los incautos… y han sido precisamente éstos, los que se encargan de desacreditar un hecho ampliamente demostrado por los más serios Espiritistas (médiums) y vivido por un sinnúmero de personas.

Las personas más escépticas, dan por hecho que, no algunos, sino todos los médiums son unos timadores, y es lo que daría lugar a una película como la que ahora nos ocupa, en la que se van a develar algunas de las cosas que ocurren tras bambalinas.

“EL ESPIRITISTA”, es una película dirigida por Bernard Vorhaus, director que, en su filme anterior, “Bury me Dead”, se había ocupado del caso de una mujer que, “resucita”, cuando todos la consideraban muerta. Las semejanzas con este filme no son pocas y hasta, Cathy O’Donnell, es la co-intérprete en ambos títulos.

Se trata, ahora, de Christine Faber (Lynn Bari), una bellísima mujer que, habiendo perdido a su marido, Paul, dos años atrás en un accidente de automóvil, lo añora de tal manera que, pronto, comenzará a escuchar que desde el mar la llama y reclama su presencia. Entonces, a su vida llega un consultor psíquico (médium), identificado como Alexis (Turhan Bey), y pronto, tras Chris comenzará a correrse un grueso velo que dejará ver los muchos intereses que se están moviendo en torno suyo.

La historia, escrita por Ian McLellan Hunter y Muriel Roy Bolton, basados en una historia de Crane Wilbur, maneja una serie de hilos muy bien trenzados, logrando mantener el elemento sorpresa desde el principio hasta el final, y Vorhaus, se luce con una ambientación impecable y una excelente fotografía de su frecuente colaborador, John Alton, el cual tomaría luego, esta película, como base para sustentar su calificado libro, “Painting with Light”, que publicaría al año siguiente.

El paso del tiempo y los incesantes avances tecnológicos, hacen que ahora puedan resultar ridículos algunos de los trucos de que se sirve el singular médium, pero, para quien sepa ubicar su mente en el justo momento histórico, fácil le será valorar el gran esfuerzo que hicieron los técnicos para crear los efectos pertinentes.

Con esta salvedad, el filme complace muy gratamente y “EL ESPIRITISTA” se conserva en el tiempo como una película que haría escuela.
Luis Guillermo Cardona
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