Creo que, en casa de Dalton Trumbo (09-12-1905 – 10-09-1976), no hubo nunca un objeto más valioso que su máquina de escribir, porque, cada vez que él se sentaba ante ella, cada tecla se convertía en un valiosísimo instrumento que, en tinta negra, plasmaba cada letra con la que se iban componiendo las originales, cuidadas y muy significativas palabras que pensaba el escritor. Esa máquina de escribir fue su fiel confidente, la única que conoció las ideas que, por cualquier razón finalmente desechó y la que le dio permanencia a esa cantidad de magníficas historias que nos hicieron creer muchísimo más en la especie humana (“Five came back”, “You belong to me”, “Our vines have tender grapes”…); que nos hicieron sentir que la voluntad todo lo puede (“The brave one”, “Cowboy”, The fixer”…); que nos permitieron corroborar que el amor nos hace grandes y maravillosos (“Kitty Foyle”, "A guy named Joe", “Roman holiday”…); que nos demostraron que cuando se conocen las razones del alma es imposible condenar “He ran all the way”, “The last sunset”, “Lonely are the brave”…); y que sirvieron a poderosos sentimientos, como la lucha por la justicia, la libertad, la dignidad, y el reconocimiento de los derechos humanos (“Terror in a Texas town”, “Espartaco”, “The horsemen”, “Johnny got his gun”, “Papillon”…).

Un magnífico y más que merecido documental, el que nos ha regalado Peter Askin, sirviéndose de un guión escrito por Christopher Trumbo, el hijo varón de tres que tuvo el renombrado escritor. Sus relaciones familiares, llenas de sencillas y cálidas anécdotas; sus grandes logros como guionista sin caer, ni un momento, en esa suerte de culto exagerado que solemos ver en otros materiales; sus ambiciones, sus gustos, sus debilidades, sus sufrimientos… todo lo vemos reflejado para descubrir a un ser tan terrenal como nosotros, pero dotado de una integridad y de un talento literario que ya han hecho historia.

Y no podía faltar que también se recordara el peor momento de su vida cuando, víctima del abominable y mal llamado Comité de Actividades Antiamericanas (HUAC, en inglés), por el simple hecho de pensar distinto y de poseer amplios criterios de justicia social, fuera difamado, encarcelado, expulsado temporalmente de su magnífica actividad cinematográfica… y puesta su familia ante el escarnio público, llegando su hija Mitzi a ser víctima de matoneo y discriminación en su propio colegio.

Sobre esto, saldrán a la luz algunas de sus numerosas cartas, en las cuales queda reflejado su dolor y sus fuertes sentimientos, y grandes actores que le recuerdan con alto aprecio como Liam Neeson, Michael Douglas, Joan Allen, Dustin Hoffman, Brian Dennehy, David Strathairn y otros tantos, prestaron su voz y sus emociones para transmitírnoslas.

Quien haya visto algunas de entre las más de cincuenta películas que, finalmente, escribiera Trumbo, solo o en colaboración, sentirá sin duda que, este homenaje, es un justo reconocimiento a uno de más apreciables escritores que haya nacido en los Estados Unidos de Norteamérica. Y quien vea este material sin haberlo conocido aún, muy probablemente se verá animado a ver las películas que llevan su firma (o la de sus testaferros)… y puede estar seguro de que será muy bien recompensado.

Pocos hombres he conocido que supieran tanto de la esencia humana como Dalton Trumbo. Para él, mi más humilde y sincera admiración.