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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama Inglaterra siglo XVI. Relato sobre la atracción que la ya madura Reina Isabel I Tudor (Bette Davis) siente por el seductor Sir Walter Raleigh (Richard Todd) y su enconado enfrentamiento con una maquiavélica rival más joven que ella (Collins). (FILMAFFINITY)
6 de enero de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Dudley, conde de Leicester, Robert Devereux, conde de Essex, y Sir Walter Raleigh, pirata, político y escritor, fueron los amantes más conocidos que tuvo la reina Elizabeth I de Inglaterra quien, al contrario de tantísimos hombres, nunca se “quemó” con sus devaneos amorosos pese a que, como era de esperarse, generó toda suerte de roces, conspiraciones y envidias, entre los incontados caballeros que pretendían sus favores, pero no porque ella fuera atractiva, sino porque detrás suyo estaba el poder. Y, bien es sabido que, los hombres más ambiciosos del mundo indefectiblemente buscan ocupar una silla en los recintos gubernamentales.

Una casi-clonada Bette Davis, por segunda vez se posesiona del carácter de la reina como si fuese ella misma, logrando con firmeza su fuerte temperamento, su ambigüedad entre ceñirse al deber o seguir los dictados de su corazón enamorado, y dispuesta a conceder grandes favores a cambio de poder exigir la satisfacción de sus apetitos personales que luego ella misma minimizaría haciéndose llamar, hipócrita y maliciosamente, “La reina virgen”.

La historia se centra esta vez en la relación de Elizabeth con Walter Raleigh, el aventurero que se las ingenia para entrar en palacio, sirviéndose de la ayuda del viejo amigo de su padre y ex-favorito de la reina, el conde de Leicester (representado a propósito por el actor Herbert Marshall, quien había sido el partenaire de la Davis en los notables filmes “La carta” y “La Loba”). Richard Todd, como Raleigh, hace lo mejor que puede para ponerse a la altura de la gran diva, pero, como en “La vida privada de Elizabeth y Essex” de Michael Curtiz, todo está dado para que las palmas se las lleve de nuevo la espectacular Miss Davis.

El guión contiene atinados diálogos y algunos apuntes bastante atractivos, como cuando a la vista de Beth -su enamorada e instructora sobre las costumbres de palacio-, a Raleigh le toca sentarse en el cojín de la sumisión. Muy buena también la improvisada boda entre Raleigh y Beth, teniendo como testigos a dos humildes sirvientes. Y, ¡cómo olvidar la ceremonia en que se bendice la partida de Raleigh en busca de tesoros! Pero, el afán de acercarse en lo posible a los hechos históricos, conservando la máxima discreción con los personajes, pesa sobre la dinámica de la película haciendo que el ritmo decaiga por momentos y que la narración, en general, resulte un poquito sosa.

Muy ajustada la ambientación que logra el director Henry Koster, y fue muy correcta su dirección de actores, pero la relación que se presenta entre Sir Walter Raleigh y la controvertida reina de Inglaterra, no ofrece suficientes matices como para que éste sea un filme relevante. Sólo nos queda la clara idea de que la prosperidad de los reinos, se consigue siempre a cambio de la ruina de los pueblos.

Título para Latinoamérica: “LA REINA TIRANA”
Luis Guillermo Cardona
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