Hay una vieja frase que dice: ”Segundas partes nunca fueron buenas”. Yo no creo totalmente en esa frase… pero siento que, esta vez, es verdad. El enorme éxito que tuvo, “Nosotros los pobres”, animó de inmediato al director, Ismael Rodríguez, a proseguir la historia de Pepe el Toro y su familia, y creo que hubo un interrogante que se convirtió en el hilo introductor de la nueva trama: ¿Quién es Manuel de la Colina y Bárcena, el hombre que nombró Yolanda en su lecho de muerte como padre de Chachita?

Aunque la historia se seguía centrando en los pobres de una vecindad donde las alegrías y las tragedias se alternaban en la vida de un carpintero, su ‘hija’, su madre y sus más cercanos amigos, ahora entraban a terciar los ricos, encarnados en el padre de la niña, la madre y el hermano de éste, y hasta la coqueta esposa de Manuel… quien no parece estar muy a gusto donde se encuentra.

El arranque nos entusiasmó y sentimos que íbamos a estar frente a otro drama a la altura o quizás superior a su antecesor… pero, pronto comenzamos a ver que aquí se exagera el drama y los hechos se convierten en tragedia de telenovela latinoamericana, sin lograr la emocionalidad creíble y sincera de la primera película.

Aquí, Pepe (Pedro Infante) está casado con Celia, ‘La Chorriada’ (Blanca Estela Pavón); tienen un hijo pequeño, y “la cigüeña” ya anuncia que, en unos cuantos meses se avendrá de nuevo en dirección a su techo. La profesión de Pepe sigue siendo la de carpintero y también dirige la cooperativa que reúne a los de esta profesión… pero cuando al fin se encuentra con Manuel de la Colina (Miguel Manzano), Pepe le dice unas cuantas verdades, pero él quedará prendado de la que ahora sabe es su hija, y con el apoyo decidido de su madre harán cuánto puedan para quedársela.

Hasta este punto todo luce muy bien… y la inclusión del simpático personaje, El Bracero (Fernando Soto “Mantequilla”), socio de Pepe en la cooperativa que se ufana de saber inglés; pero, sobre todo la entrada en el juego de la seductora, Andrea (Nelly Montiel), sube puntos a la trama… pero, infortunadamente, el director Rodríguez –quien partió, ahora, de un guion firmado por, Rogelio A. González, Pedro de Urdimalas, C. González Dueñas y él mismo-, termina acudiendo a situaciones ya ocurridas en la primera parte (el desalojo, los celos mal fundados, el mismo bandido a bordo…) y lo peor es que lo recrea con un claro desperdicio de su creatividad. Como en, “Nosotros los pobres”, (razones por la que no le dimos la nota máxima), las peleas son muy pobremente ejecutadas y hay cierto descuido con la vocalización de algunos personajes, aunque esto puede ‘justificarse’ diciendo que así hablan ellos.

También me resulta inapropiado, el culto que aquí se rinde a la personalidad de Pedro Infante, quien se vuelve un consumado conquistador y goza de gran fama no sólo en su vecindad sino en las discotecas, pero sigue siendo un pobre y atribulado carpintero… y ni siquiera su fidelidad resulta creíble, sobre todo cuando se pone a su alcance una mujer como Andrea, capaz de moverle el piso a cualquiera. Las mujeres, por su parte, resultan en su mayoría demasiado ‘ligeras’ y ni siquiera Doña Charito (Mimí Derba), consigue mantener su nivel… ¡y el momento cumbre no se lo traga ni mi tío Credulín.

Termino recordando que la bella, Nelly Montiel, empezó su carrera en su país natal, Argentina, y luego pasó a México donde logró aparecer en unas 25 películas… y al igual que, Blanca Estela Pavón, también falleció muy tempranamente (el 14 de septiembre de 1951) en un accidente automovilístico en las calles de Acapulco, habiendo cumplido tan solo 31 años. Se rumora que estaba embarazada de Pedro Infante, con quien tenía una estrecha relación desde que juntos rodaron, “Si me han de matar mañana”.