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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
4 de marzo de 2011
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin amor no pueden darse más que relaciones frías, distantes y apagadas. Sin amor cualquier cosa que suceda entre nosotros carecerá de fuerza y de esplendor. Sin amor nada tendrá significado porque, aunque los cuerpos respondan, sino está presente el alma será muy leve la huella que quede en nuestras entrañas.
El amor es la luz, la esperanza, el aliento. Todo el mundo lo sabe aunque se niegue a recordarlo. Por tanto, negarse a sentirlo resulta harto inocente porque, a la vez, se desconoce otra cosa que también se sabe: Aquello que rechaces insistentemente, lo atraerás irremisiblemente.
Del mismo autor de “Vivir para Gozar” e “Historias de Filadelfia”, “Sin amor” fue una tercera obra que el dramaturgo Philip Barry escribió expresamente para la actriz Katharine Hepburn. Y tuvo razón en sus apreciaciones porque, aunque esta obra y esta película no resultaron tan brillantes como sus antecesoras, siento que ninguna otra actriz hubiese logrado impregnar de tanto carisma y de tanto encanto este papel, como lo hizo nuestra querida Kate.
Enamorada de Spencer Tracy, tanto en el filme como en la vida real, la Hepburn sentía palpitar el amor al momento de expresarlo, y por eso, siento que pocas escenas han sido tan auténticas y tan sentidas en una película, como cuando su personaje, Jamie, argumenta con celeridad las razones por las que cree que, Patrick y ella, harían un buen matrimonio “sin amor”.
Como era de esperarse, Tracy le da la medida, y su personaje resulta tan agradable y elocuentemente maduro, que ambos se complementan de una manera perfecta. Se olvida fácilmente que, el agregado del invento de la máscara de oxígeno para los pilotos de la fuerza aérea -que ya había sido tratado eficientemente por Michael Curtiz en “Bombarderos en picado” (1941)- resulte un tanto fuera de lugar, porque, cuando la historia vuelve al tú y yo entre Tracy y Hepburn o entre sus amigos, Lucille Ball y Keenan Wynn -también encantadores- el filme levanta vuelo y todo vuelve a resultar muy fresco y agradable.
Spencer Tracy & Katharine Hepburn, una pareja inolvidable a la que el público seguiría reclamando en otras tantas películas.
El amor es la luz, la esperanza, el aliento. Todo el mundo lo sabe aunque se niegue a recordarlo. Por tanto, negarse a sentirlo resulta harto inocente porque, a la vez, se desconoce otra cosa que también se sabe: Aquello que rechaces insistentemente, lo atraerás irremisiblemente.
Del mismo autor de “Vivir para Gozar” e “Historias de Filadelfia”, “Sin amor” fue una tercera obra que el dramaturgo Philip Barry escribió expresamente para la actriz Katharine Hepburn. Y tuvo razón en sus apreciaciones porque, aunque esta obra y esta película no resultaron tan brillantes como sus antecesoras, siento que ninguna otra actriz hubiese logrado impregnar de tanto carisma y de tanto encanto este papel, como lo hizo nuestra querida Kate.
Enamorada de Spencer Tracy, tanto en el filme como en la vida real, la Hepburn sentía palpitar el amor al momento de expresarlo, y por eso, siento que pocas escenas han sido tan auténticas y tan sentidas en una película, como cuando su personaje, Jamie, argumenta con celeridad las razones por las que cree que, Patrick y ella, harían un buen matrimonio “sin amor”.
Como era de esperarse, Tracy le da la medida, y su personaje resulta tan agradable y elocuentemente maduro, que ambos se complementan de una manera perfecta. Se olvida fácilmente que, el agregado del invento de la máscara de oxígeno para los pilotos de la fuerza aérea -que ya había sido tratado eficientemente por Michael Curtiz en “Bombarderos en picado” (1941)- resulte un tanto fuera de lugar, porque, cuando la historia vuelve al tú y yo entre Tracy y Hepburn o entre sus amigos, Lucille Ball y Keenan Wynn -también encantadores- el filme levanta vuelo y todo vuelve a resultar muy fresco y agradable.
Spencer Tracy & Katharine Hepburn, una pareja inolvidable a la que el público seguiría reclamando en otras tantas películas.