Definitivamente, para poder aspirar a convertirse en un gran director, hay que saber de la vida. Quien sepa manipular una cámara, escribir una partitura musical, adecuar un escenario o distribuir unas luces… no es difícil hallarlo. Pero alguien que sepa contar una historia con la capacidad de extraer la profunda esencia de sus personajes, enmarcándolos en una sociedad a la que sepa ver con mirada objetiva y decididamente crítica, y llevando al espectador a comprender cosas que, quizás hasta entonces no tenía claras, escasea bastante en el mundo del cine… y por fortuna, Michael Mann, es uno de estos talentosos realizadores.

Su debut en el largometraje con, <<LADRÓN>>, es más que afortunado, porque golpea en todo el plexo solar a una sociedad donde, con frecuencia, se puede encontrar más luz en aquellos que parecieran cargar consigo la oscuridad. Me explico: La clase política, las instituciones administrativas y los organismos de seguridad del Estado que -se espera- deberían estar conformados por personas de dignidad intachable, están tan viciados, tan plagados de gente torcida y re-torcida, que no es extraño que, en ocasiones, pueda hallarse más integridad, generosidad y solidaridad en individuos al margen de la ley, que la que se encuentra en aquellos que están dentro de ella.

Para el director, Michael Mann, esto es tan claro, que no dudó en asesorarse de verdaderos delincuentes, para sacar avante con la mayor verosimilitud posible, las escenas de robo de diamantes; y para mostrar, rotundamente, la manera como, en la realidad, se invierten los roles que muchos juegan en la vida, al ladrón profesional John Santucci, lo puso a que interpretara al sargento Urizzi, y a los policías, Dennis Farina y Nick Nickeas, los contrató para representar a integrantes de la pandilla de Leo.

El guion de <<LADRÓN>>, escrito por el mismo director, está basado en la novela, “The Home Invaders: Confessions of a cat burglar” (1975), cuyo autor -otro delincuente profesional llamado, Frank Hohimer-, seguía en la cárcel en el momento del rodaje. Estamos pues, ante un filme realista, capaz de ver la otra cara de la moneda, dispuesto a mostrar que los seres humanos no estamos divididos en blanco y negro, y que la justicia no está precisamente del lado donde relucen los cartones, los uniformes y las placas… En cambio, si supiéramos cuanta bondad puede caber en un hombre equivocado dispuesto a redimirse, seríamos más sensatos a la hora de juzgar y condenar.

Estupenda interpretación de, James Caan, como el delincuente ávido de un hogar, y de, Robert Prosky, quien, a su mediana edad, tenía aquí un excelente debut como el zorro Leo.

Título para Latinoamérica: PROFESIÓN: LADRÓN