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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Drama El empresario Matthew S. Cabot (Lloyd Nolan), lleva varios años reducido por problemas de salud y esto lo ha vuelto déspota e intolerante con su guapa esposa Sheila (Lana Turner) y hasta con su médico David Rivera (Anthony Quinn), pero, entre estos, ha comenzado a surgir un secreto romance que los llevará a tomar una decisión que abrirá las puertas a un hondo abismo. (FILMAFFINITY)
29 de noviembre de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un crimen cometido para sacar a un rival de en medio, jamás une a la pareja que lo ha ejecutado. La consecuencia es que ¡siempre la separa, física y/o emocionalmente! Esta es la conclusión a la que he llegado tras conocer decenas de historias de la vida real, y tras haber leído y visto incontadas historias cinematográficas que registran hechos acaecidos en algún momento histórico. Por más abonado que sea un jardín, el amor no florecerá allí donde ronda el espíritu de un ser humano a quien se le ha truncado premeditadamente la vida. Si era bueno ¡jamás!... Y si no lo era tanto, si acaso era una suerte de verdugo intolerable, aún sigue siendo muy, pero muy difícil, porque con este hecho se ha demostrado que no se es mejor.

El amor sólo pervive y siempre se consolida, cuando es fruto de la generosidad sincera, del prodigarse incondicionalmente y de la integridad. Esto parecían entenderlo, Sheila Cabot y el médico David Rivera, cuando ambos cuidaban de ese ser amargado y resentido llamado Matthew S. Cabot, quien pareciera sentir la ‘inutilidad’ de poseer una gran empresa, vivir en una gran mansión y tener una fascinante esposa, porque nada de esto puede disfrutarlo ahora, ya que, desde hace varios años, se encuentra reducido a una silla de ruedas, sintiendo que ya nada puede hacer contra su inminente final.

Pero, en vez de compadecerlo y de ofrecerle la ayuda psicológica que requeriría, la señora Cabot comienza a anhelar desesperadamente el espacio libre que le permita abrirse a un nuevo y esperanzador sentimiento que despierta en ella el médico de su marido… y para su suerte, y desgracia, éste da cuenta de venir ansiando algo parecido, y entonces, ambos darán ese paso en falso que, tantísimas veces, ha demostrado ser suficiente para convertir en tragedia el resto de la existencia.

Duelen los sorpresivos y trágicos hechos que suceden en esta historia, pero también se comprende cómo las malas decisiones traen siempre consigo consecuencias lamentables, y el resultado final, por más que no lo aceptemos, es pura Ley de Resonancia.

Mucha gente no salió contenta en los días en que se estrenó esta película y hasta hubo críticos que denostaron de ella por considerarla injusta en su desenlace, pero, la explicación que encuentro, es que jugaron con gran peso los prejuicios, porque -como suele suceder en sociedad- se da excesiva trascendencia al incidente donde el empresario actúa indelicadamente, y se valora demasiado, el papel de víctima que refleja su mujer. Y la caballerosidad y ‘prudencia’ del médico, suma otro tanto para que, a estos dos últimos, consigamos verlos como la pareja ideal.

Pero, a los impulsos primarios se opone siempre la capacidad de razonar, y es entonces, cuando en un sólido proceso muy bien recreado en sus matices psicológicos, podemos ir apreciando la suerte de decisiones que van llevando al sorprendente resultado final. Se acepta que no son los deseados, pero son, justamente, los precisos.

A su manera, el filme de Michael Gordon, rememora viejas historias como la de “Thérèse Raquin” célebre novela de Émile Zola llevada al cine por Marcel Carné, y también nos remite a “El Cartero siempre llama dos veces” de Tay Garnett, donde ya, Lana Turner, nos embelesara con su singular belleza, mientras tramaba construir otro amor sobre la fría losa de una vieja tumba. Pero, en la obra homónima que escribieran Ivan Goff y Ben Roberts (encargados también de hacer la adaptación), hay suficiente vuelo para que, “RETRATO EN NEGRO”, luzca bien original, y la exquisita puesta en escena del director Gordon, logra que el filme se sostenga de cabo a rabo con marcada autenticidad. Memorable también, la actuación de Anthony Quinn, logrando una magistral escena de clímax que consigue ponernos los pelos de punta, mientras nos apesadumbra en lo más íntimo del alma.

Creo, firmemente, que, “RETRATO EN NEGRO”, puede abrir una puerta a interesantísimas discusiones.
Luis Guillermo Cardona
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