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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Drama. Romance Francisco Galván de Montemayor, un hombre adinerado de apariencia tranquila, conservador, religioso y virgen, como cada Jueves Santo asiste a la ceremonia del mandatum, el lavatorio de pies que el sacerdote efectúa con singular delectación. Al ver los sensuales pies de una joven sentada en primera fila se queda prendado de su serena belleza. Francisco logra averiguar que la mujer de sus sueños se llama Gloria y va a contraer matrimonio ... [+]
20 de noviembre de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con frecuencia, una formación religiosa temprana plagada de prohibiciones, negaciones y de toda suerte de condenas a los reclamos naturales de la esencia humana, genera un excesivo pudor y moralidad, y a veces, cierta repugnancia cuyo efecto es imposibilitar el libre desarrollo de la sexualidad. Se produce entonces una perdida de realidad y ésta se sustituye por una ideación imaginaria que se acomoda a cada pensamiento que, la mente trastornada, va elaborando cada día. El otro efecto es que la libido se asocia con la crueldad y, los que antes eran sentimientos puramente afectivos, ahora se confunden con los más hostiles.

Francisco Galván es, en palabras del padre Velasco, gran amigo suyo: “Un perfecto caballero cristiano”. Con el cabello a punto de encanecerse, Galván se conserva virgen y suele frecuentar la iglesia donde, ahora, lo vemos asistiendo al lavatorio de pies de la Semana Santa. Su mirada, idéntica a la que asumiría el director, Luis Buñuel, en un acto semejante, escudriña, con encanto fetichista, los pies que participan de aquel acto… hasta que descubre unas, para él encantadoras piernas femeninas y, levantando la mirada, descubre que pertenecen a una atractiva dama… que lo seduce de inmediato.

Tendrá entonces lugar, un seguimiento que luego se transformará en una penosa historia de amor enmarcada en los celos y en un trastorno delirante (paranoia) exhaustivamente plasmado por el director español con una rigurosidad científica que, hasta el mismo Jacques Lacan, llegó a alabarla en su momento... y no es para menos, pues, quien desee ver recreada la sensación de angustia y de asedio en que, paulatinamente, se degrada la persona sumida en los celos obsesivos, aquí la tiene en descripción casi documental y con efectivos detalles que la hacen potente e impactante.

Falta algo en las actuaciones que impide asemejarlas, por ejemplo, con el rigor que logra, Billy Wilder, en su excelente retrato del alcoholismo titulado, “The Lost Weekend”, pero, la simbología que en, <<ÉL>>, logra, Buñuel, para relacionar sexualidad-religiosidad (badajos, lavatorio… ), la sutileza con la que describe rasgos que delatan al protagonista (egolatría, desconfianza, prepotencia e impotencia…), y la manera como avanza en su proceso delirante, son de una efectividad inobjetable, y con justicia, esta película merece estar entre lo mejor de su etapa mexicana, y por supuesto, de toda su carrera.

La palabra, Él, pienso que alude al otro, ese eterno tormento en que se convierte aquel –o aquellos– que osan mostrar hasta el menor interés por el objeto de amor del paranoico. "¿Y cómo es él?" "¡Seguro piensas en él!" "¡En cambio para él si te pones bonita!"... Frases que se repiten, y se repiten, hasta el hastío del asediado… y hasta la total irrealidad en que se dispersa la víctima de largas represiones quien, cada vez, se hunde más en su empobrecida autoestima.

Este es el Buñuel que me gusta... y es el que permanecerá por siempre en la historia del arte cinematográfico.
Luis Guillermo Cardona
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