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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama Hanna Kaufman, (Jill Clayburgh) es una judía de origen polaco nacida en Estados Unidos y de nacionalidad francesa, pero quiere ser israelita. Poco después de casarse con Victor Bonnet (Jean Yanne), lo abandona y se va a un kibutz en Israel con un poeta que pronto se cansa de ella. Se instala entonces en Jerusalén y termina la carrera de derecho que había empezado antes de casarse. Joshua Herzog (Gabriel Byrne), el fiscal general (y su ... [+]
9 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando en la aldea Kfar Rimon, el palestino Salim Bakri, es detenido tras hallarle escondido en un pozo, después de que el ejército israelí encontrase en el lugar a varios hombres vestidos de camuflado (supuestos terroristas), su defensa le es asignada a la abogada Hanna Kaufman, una norteamericana de ascendencia judío-polaca, que conseguirá que Bakri sea liberado a cambio de ser expulsado de Israel.

En defensa de la tierra que afirma poseer en Kfar Rimon, Salim regresa a Israel… y de nuevo es detenido bajo el cargo de inmigración clandestina. Esto volverá a ligarlo con la abogada… aparecerá, entonces, el esposo francés de Hanna queriendo recuperarla… y sabremos que, el fiscal israelí, Joshua Herzog, es su amante y que de él está esperando un hijo.

Con este entramado, combinación de intríngulis político -que, de nuevo, demostrará los vicios de los estamentos judiciales, con sus sesgos, prejuicios y otras peculiaridades- ambientado en plena época del conflicto palestino-israelí que aún hoy, ¡casi un siglo después!, no se ha saldado, al que se suma un triángulo (¿o cuarteto?) amoroso bastante interesante, el director Costa-Gavras, nos pone una vez más sobre el tapete otro hecho histórico, tomándolo, en esta ocasión, como asentamiento para contar una historia de amor con algo de interesante metáfora.

El guion, escrito por segunda vez en compañía de Franco Solinas (su colaborador en “Estado de Sitio”), a su manera, toma partido por quien es tratado con clara discriminación, pero de ahí a asumir que Gavras se demuestra antisemita por mostrar como a veces se cae en lo que mucho se repugna, creo que hay una gran distancia y una demostrable diferencia. O si para ser pro-judío hay que ser incondicional con el non sancto gobierno israelí, a mi que me excluyan ¡y vaya si admiro y acojo los grandes valores de su pueblo!

Jill Clayburgh, logra una interpretación bastante particular, pues, no siendo la típica abogada incondicionalmente comprometida y apasionada con su caso, consigue poner los pelos de punta a los más conservadores dirigentes judíos, mientras que, por otra parte, un fiscal israelí, un escéptico francés y un reo palestino que acoge con cierta entereza todo lo que le ocurre, le permiten comenzar a comprender la naturaleza masculina con base en la ideología y en sus contraposiciones comportamentales, y esto la madurará hasta permitirle tomar una buena decisión con respecto a su propia vida.

Muhamad Bakri, logra, sin reparo, que empaticemos con su personaje Salim –especie de alterego ¿o coincidencia? ya que también lleva su apellido-, aunque el director lo mantiene en una posición suficientemente ambigua para alimentar la intriga narrativa. Gabriel Byrne, es el fiscal que funciona siempre con base en los prejuicios, logrando otra intrigante figura; y Jean Yanne, es el francés escéptico sin más interés que recuperar a su esposa.

La metáfora, la encuentro en el sentido de que Hanna no sólo elige entre tres hombres, también pareciera elegir entre el sentir que, finalmente, le inspiran tres naciones con ellos representadas.
Luis Guillermo Cardona
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