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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Antígona, hija de Edipo, cuenta a su hermana Ismene que Creonte, actual rey de Tebas, impone la prohibición de hacer ritos fúnebres al cuerpo de Polinices, como castigo ejemplar por traición a su patria. Antígona pide a Ismene que le ayude a honrar el cadáver de su hermano, pese a la prohibición de Creonte. Ésta se niega por temor a las consecuencias de quebrantar la ley. Antígona reprocha a su hermana su actitud y decide seguir con su plan. (FILMAFFINITY) [+]
5 de febrero de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda vez que leo o veo una tragedia griega que lleve la firma de Sófocles, Esquilo o Eurípides, me siento plenamente complacido. La profundidad que suele haber en su lenguaje; la lúcida manera de comprender la naturaleza humana, y la precisión con la que se plasma a la sociedad que éstos grandes autores padecieron, es arte puro y produce un placer indescriptible aún en medio de las crueldades y atrocidades que suelen describir.

De estas pequeñas (en tamaño), pero brillantes (en su estructura) obras teatrales, nunca se sale indiferente y mucho menos se sigue igual, pues, llegan hasta el alma humana con conflictos que, aunque parecen muy distantes de lo que nosotros vivimos, en realidad no lo son tanto cuando se sabe bajarlos al respectivo nivel, porque, lo que hacen los grandes dramaturgos griegos, es confrontar los abusos de poder, la tiranía, las rancias tradiciones, la sumisión femenina, las leyes del Estado que van contra la ley de Dios… al tiempo que exaltan el Amor, la lealtad a todo riesgo, y el compromiso del ser humano con las transformaciones sociales.

Sófocles (Σοφοκλῆς), autor de connotadas posiciones dentro de la política griega (fue el Heletómano: Administrador del tesoro de la Liga de Delos y también fue Strategos: Comandante en jefe del ejército al tiempo que magistrado), presentó por primera vez, “Antígona” (Ἀντιγόνη), en el año 442 a. de C., y en ella, dos hermanas surgirán como los polos opuestos de la mujer en sociedad: La mayor, Antígona, fiel a las leyes divinas, leal al hermano asesinado, y rebelde ante los decretos del Estado. La menor, Ismene, sujeta a los dictámenes del rey, símbolo de la sumisión femenina, y débil aún frente a su propia conciencia; y ante ambas, el rey autócrata, Creonte -tío del par de hermanas-, quien siente que jamás debe dar su brazo a torcer y que cualquier dictamen suyo por absurdo que parezca debe mantenerlo o perderá la confianza y el respeto de sus súbditos. El meollo del asunto es la muerte de los dos hermanos varones de las dos muchachas. El uno por defender a Tebas y el otro por atacar y por querer, supuestamente, esclavizarla. El primero, es enterrado con honores, y al segundo, el rey lo condena a ser pasto de los buitres al prohibir que sea sepultado por persona alguna… pero, hay alguien que está dispuesto a enterrarlo contra la voluntad del rey.

Los diálogos son sobriamente cuidados; cada frase define condiciones sociales, caracteres y sentires en contravía. La trama funciona muy bien como secuela de “Edipo Rey”, ya que las protagonistas son hijas de Edipo, y Creonte es hermano de Yocasta, su esposa. Tiresías vuelve a ser el anciano profeta… y la tragedia vuelve a ser el destino de una familia que pareciera maldita por alguna razón para todos vedada.

La adaptación cinematográfica, la hace esta vez, Giorgos Tzavellas, quien se ajusta bastante a la obra, modificando tan sólo pequeños detalles y recortando diálogos para hacerla accesible al público general. Él mismo, con su amplia experiencia en la dirección teatral, se encargó de dirigir plenamente convencido de que unas buenas actuaciones y el inmortal texto de Sófocles, serían material suficiente para que la película hiciese historia.

La austeridad de recursos es evidente en la puesta en escena, pero la trama pronto nos envuelve en su sensible conflicto y el buen hacer de, Manos Katrakis (como Creonte), Irene Papas (Antígona), Maro Kodou (Ismene), Giannis Argyris (el guardia) y otros, contribuye notablemente para que, <<ANTÍGONA>>, deje huella y nos quede bien claro que, lo mejor que en su vida puede hacer el hombre es seguir los dictámenes de Dios.
Luis Guillermo Cardona
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