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Voto de Luis Guillermo Cardona:
3
Aventuras En la segunda parte, el aventurero Kay Hoog tendrá que enfrentarse de nuevo a la conspiración de "Las Arañas". Además, descubrirá una ciudad china subterránea, custodiada por tigres y cuya existencia nadie conoce. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el asesinato de la princesa Naela, Kay Hoog decide buscar a Lio Sha y su banda Las arañas, para vengar su muerte. Entre tanto, la escurridiza mujer sigue dedicada al tráfico de diamantes y muy, pero muy interesada como el resto de sus líderes, en encontrar un particular brillante, conocido como “La cabeza de Buda” (cualquier alusión a la India es intencional), el cual perteneció a la dinastía Ming y que, según la leyenda, cuando una princesa lo devuelva a Asia, este continente se verá libre de la dominación extranjera (léase inglesa).

Sabido esto -y como en la posterior “Gunga Din” de George Stevens-, resulta difícil empatizar con el millonario aventurero que hace aquí las veces de héroe, pues, semi-olvidado su afán de venganza, se centra en rescatar a la hija del magnate de los diamantes John Terry, secuestrada por Las arañas, y en suma, todo el escenario huele a colonizadora oligarquía contra un pueblo que ansía ser libre… y bueno, en lo que a mi respecta me siento puro pueblo, con algo de sangre de alguna hermosa india y otro tanto de algún olvidado soldado español.

Por lo demás, “LAS ARAÑAS II” (El barco de los brillantes) resulta más tibia que la primera parte. El protagonista desaparece largo rato en la parte central de la historia, los incidentes poseen muy poco nivel dramático y aventurero, y exceptuando algunos afortunados diseños artísticos que nos ubican creíblemente en San Francisco, el barrio chino, Londres o las islas Falkland, los hechos no sobrepasan los comunes filmes de aventuras que pululaban por aquellos años. Se explica con esto que, Erich Pommer el productor, no se sintiera interesado en rodar las siguientes dos partes que Lang había propuesto.

Dudo mucho que el héroe Kay Hoog haya motivado a otros a emularlo, y hasta el mismo Fritz Lang, comprendió después que ésta fue tan sólo una de esas experiencias que hacen falta para poder, un día, convertirse en maestro: ”Era entonces muy joven –diría- y me gustaba todo lo exótico y descabellado”.

Pero, faltaba ya poco para que surgiera el hombre que consolidaría la grandeza del cine alemán con títulos como “Las tres luces”, “Dr. Mabuse el jugador”, “Los Nibelungos”, “Metrópolis” y otras tantas.

Para quienes suelen hacer fama de la dureza que Fritz Lang desplegaba con los actores, vale mencionar que durante el rodaje de esta película falleció el papá del protagonista Carl de Vogt, y el director, de inmediato, suspendió el rodaje durante dos días para permitir que él acompañara sus funerales.
Luis Guillermo Cardona
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