Creo que mientras leía el guión que escribiera, Scott Frank, con el título “Little man Tate” (“EL PEQUEÑO TATE”), Jodie Foster debió sentir que por su memoria pasaban muchos recuerdos de su propia infancia, y estoy convencido de que, esto fue lo que le permitió conectarse plenamente con la emotiva historia del pequeño Fred.

Jodie Foster, también fue una niña prodigio. Leía a los tres años y a esa edad ya aparecía en comerciales de televisión. Conoció tan poco a su padre que, como Fred Tate, también ella parecía hija de la inmaculada concepción. Poseía una extraordinaria memoria y aprendió cinco idiomas con suma facilidad -en sus películas en francés ella hace su propia voz-. Hizo su primer filme a la edad de diez años, y de inmediato, se convirtió en una estrella Disney. “Ser normal -comentó un día- no es algo deseable, creo que es algo de lo que debemos escapar”.

Todo esto la hizo distinta, y un día, como el especial niño de su opera prima como directora, Jodie sintió que la gente es lo más importante del mundo y que, todo el talento que se pueda tener, no sirve de nada sino puedes compartir tus alegrías con parientes y amigos. Por eso, puso tanto empeño en esta historia, y por esta misma razón, en su película cada detalle está cuidado al máximo, logrando que exprese algo profundo de la magnífica personalidad del joven prodigio. En este sentido, “EL PEQUEÑO TATE”, no es una película fácil, porque no está interesada en la argucia simple y manipuladora del cine que vemos a diario, sino que busca profundizar, con sinceridad, en la vida íntima de los niños-genio cuya inteligencia pareciera traerles grandes triunfos, mientras que, su vida privada es, con frecuencia, un verdadero drama. Por esto, creo que hará falta tiempo para que su filme sea reconocido como se merece.

Jodie Foster, demuestra que conoce el oficio, trasegado como actriz en varias decenas de películas. Se la juega por el arte más que por la rentabilidad, y prefiere lo que habla del ser y de lo que ella siente y ha vivido, muy por encima de aquel hacer que se dedica a seducir a punta de acción estruendosa y truculenta. Que ella alcance el éxito en filmes de fuerte impacto, no la arranca de su decidida búsqueda de historias familiares, intimistas y psicológicas que es lo que ella prefiere para animarse a dirigir.

Con, “EL PEQUEÑO TATE”, creo que, Jodie Foster, ha logrado un eficiente alegato sobre la explotación-negación en que viven los niños con talentos especiales a quienes se les arrebata su infancia, se les aísla de los amigos y del juego, y se succionan sus potenciales sin tomar en cuenta sus deseos y necesidades más íntimos. A veces, se les convierte literalmente en máquinas de hacer y producir... y sus sentimientos y aspiraciones no cuentan para nadie. Y así no debe ser.

Título para Latinoamérica: “MENTES QUE BRILLAN”