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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Musical Adaptación de un musical de Broadway basado en un cuento de Damon Runyon, gran maestro de la literatura picaresca americana. Nathan Detroit (Frank Sinatra), organizador de las partidas más selectas de dados de Nueva York, apuesta mil dólares con uno de los jugadores (Marlon Brando) a que no es capaz de enamorar a una joven puritana que pertenece al Ejército de Salvación (Jean Simmons). (FILMAFFINITY)
1 de septiembre de 2010
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El american way of life puede resumirse en dos metas básicas: 1. Hacer dinero. Y 2. Divertir al máximo para hacer dinero al máximo. Y uno de los recursos más útiles para los estadounidenses es el pasado. Aquella máxima que invita a mirar siempre hacia adelante se la pasan por la faja, y ellos miran y miran hacia atrás, para indagar cómo fue que hicieron fulano y sutano para forrarse de dinero. ¡Y claro! De ahí se cuelgan para mamar todo lo que pueda volver a aplicarse en el querido presente.

He aquí un ejemplo: En 1926, ese gran artista y mejor moneymaker que fuera Harold Lloyd, hizo una encantadora película titulada “For heaven’s sake” (para nosotros “¡Ay, mi madre!”). En ella nos contaba la historia de un caballero con mucho dinero, quien de pronto entra en contacto con una chica que orienta una misión en la que se ayuda a los pobres con las comunes inmensas dificultades. El ricacho decide ayudarla y será quien se ingenie la manera de atraer a quienes necesitan servirse de la misión, mientras su corazoncito y el de la chica, se van sintiendo irremediablemente atraídos.

Para no caer en remakes que obliguen al pago de derechos, ni en plagios que animen una demanda, se trata de darle la vuelta al protagonista y, de buen heredero, se le convierte en un jugador de grandes apuestas, pero con un corazón que se conserva amable. La chica, ya no tiene el afán de calmar el hambre del cuerpo, sino que desea salvar almas haciendo parte del ejército de Dios. Y la razón de su encuentro, ya no es un pequeño accidente, sino una apuesta entre dos truhanes para hacerle tragar las palabras que acaba de proferir uno de ellos.

Pero, en este filme, de evidente encargo para Joseph L. Mankiewicz, se entra en la moda de los musicales a lo Broadway -con los que mucha gente consiguió dinero hasta para donar a las guerras-, y se cae en la comedia-musical con canciones y más canciones, donde una que otra resulta agradable o divertida, pero las más nos convidan a la somnolencia o nos dan ganas de ir a comer algo.

Como comedia, “ELLOS Y ELLAS” apenas nos motiva dos o tres sonrisas, y es más por su buen reparto que se sostiene del lado interpretativo, pero se queda uno a la espera de ver brillar la fluidez para los diálogos de nuestro apreciado Mankiewicz quien, curiosamente, firma el guión. Tampoco hay un personaje entrañable como en muchos de sus grandes filmes, y todo se reduce a un juego de comparsas porque, sin duda, el objetivo de la Metro era entretenimiento al 100% y 0 de complicarle la vida a los espectadores obligándoles a pensar.

Queda así un Mankiewicz apenas identificable en los títulos de crédito y en dos o tres diálogos que pudo incorporar. El resto es un casi-aburrido musical a leguas de distancia del fascinante filme de Harold Lloyd, el cual debe haber costado cincuenta veces menos.
Luis Guillermo Cardona
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