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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Un joven regresa a la ciudad donde su padre fue asesinado antes de que él naciera. El muchacho trata de encontrar una explicación a la muerte de su padre a manos de un fascista en 1936. Pero la verdad se revela compleja como una tela de araña. (FILMAFFINITY)
19 de febrero de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La víspera de la rebelión que tanto había premeditado y soñado, el conspirador irlandés, Fergus Kilpatrick, se llevaría la sorpresa de su vida. Era el 6 de agosto de 1824 y los hechos que se avendrán van a hacer que su destino esté tan curiosamente relacionado con el “Julio César” y el “Macbeth” de William Shakespeare e incluso con Abraham Lincoln, que se demostrará así que, ficción y realidad, literatura e historia, están tan íntimamente interrelacionadas que, imposible es encontrar la línea que las separa. Incluso, originalidad y plagio entran en una disyuntiva tal que suelen borrarse muy fácilmente sus fronteras.

Un breve relato que, Jorge Luis Borges, titulara: “Tema del Traidor y del Héroe”, el cual incluyó en su libro, ‘Ficciones’ (1944), apunta además a demostrar como, las componendas, pueden transformar esa cosa -tantas veces falsa o improbable- que llaman historia a capricho de quienes juegan al rol de conspiradores… e incluso de tratadistas (valga mencionar que el propio Borges se inspiraría en el filme, “The Informer” de John Ford).

Fue, éste, el punto de partida para una más amplia y desmenuzada trama que escribieran, Marilu’ Parolini, Edoardo De Gregorio y Bernardo Bertolucci, quienes trasladaron los hechos al ficticio pueblo de Tara en la región de Mantua, Italia, incluyeron nuevos e interesantes personajes... y el momento histórico es ahora, 1961, según nos refiere el poster de la película, “The Last Sunset” de Robert Aldrich, el cual veremos en alguna escena.

El protagonista es ahora, Athos Magnani (la alusión a Dumas y a una gran actriz es intencional), un joven que llega a Tara para reencontrarse con el pasado del “héroe” que fuera su padre y cuyo busto reposa en una plaza para seguir espantando el fantasma del fascismo que asoló a la Italia de la primera mitad del siglo XX. Éste, llegará a ocupar un lugar en casa de Draifa (con ella entrará en el recuerdo el capitán, Alfred Dreyfus, al que defendiera, Emile Zolá, tras ser acusado de traición) y también será, para Athos, una suerte de sostén mientras indaga sobre la muerte de su padre de la que ya, únicamente Draifa quiere hablar.

Como puede verse, Bertolucci juega como Borges a entremezclar ficción y realidad, literatura e historia, verdad y componenda, sin olvidar los guiños cinematográficos que, en conjunto, llevan a que, <<LA ESTRATEGIA DE LA ARAÑA>>, luzca como una telaraña en la que uno queda atrapado, sin escape posible, si consigue jugar bien el juego… y esa ambigüedad de la conspiración, nos pone ante un singular doble sentido que -con alto riesgo- osa conceder el derecho a elegir.

P.D. Jugando como Athos, hijo, a los detectives, descubrí un leve error que no consigue empañar esta novedosa historia: Para la estatua del héroe fue a él a quien se tomó de modelo y no a su padre… ¿Adivinen por qué?
Luis Guillermo Cardona
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