Si busca usted un filme sociológico, bien elaborado, con una historia capaz de moverle unas cuantas fibras y con personajes suficientemente cálidos y fuertes como para acercarlo con profundidad y madurez a los conflictos humanos, le recomiendo “LAS NORMAS DE LA CASA DE LA SIDRA”. Estoy convencido de que no le dejará indiferente, así que mejor véala solo o acompañado de alguien que sepa permanecer en silencio durante toda la proyección.

Basada en la novela homónima del notable escritor John Irving, ambientada en los años 40 pero con hechos que rozan a la sociedad de hoy, la película reabre el debate sobre el aborto, recreando los pros y los contra que deben tomarse en cuenta al momento de votar esta problemática, y decidir si conviene o no a una sociedad como la nuestra.

El doctor, Wilbur Larch (Michael Caine irreprochable), dirige el orfanato St. Cloud, en Nueva Inglaterra, y cada día siente en carne propia la carencia de padres, de hogar y de afecto que sufren los niños que llegan a su cuidado. Su asistente, Homer Wells (un ajustado Tobey Maguire), es un joven criado allí mismo, devuelto tras dos intentos de adopción y convertido, desde entonces, en un fuerte autodidacta capaz de asumir labores médicas con el mayor profesionalismo. Para el doctor Larch, Homer es su brazo derecho, pero el chico comienza a sentir un fuerte impulso de conocer el mundo que hasta ahora, para él, se reduce a algunos espacios de Maine.

Homer no conoce el mar, jamás ha visto una langosta, y la única película que ha podido ver es el “King Kong” de 1933, porque en el orfanato tienen una copia para pasársela a los chicos… pero siempre se revienta cuando el gigantesco primate está a punto de quitarle la ropa a la linda Fay Wray. Pero a su vida llegará la adorable Candy Kendall (Charlize Theron), la novia de un piloto que prefiere montar un avión a… y entonces la vida cambia radicalmente para el joven Wells, mientras el doctor, los chicos y las enfermeras anhelan su regreso.

El aborto, el incesto, la infidelidad, la orfandad, problemas que tantos males generan a la humanidad, son vistos con el mayor respeto y consideración por el director sueco, Lasse Hallström, permitiéndonos el ejercicio de comprender y de mirar con ojos tolerantes los errores por otros cometidos. Que al fin y al cabo, el que esté libre de pecado que arroje el primer ladrillo.

Una atractiva fotografía, una agradable ambientación, una sensitiva partitura musical, y unos cuantos homenajes cinéfilos para los que gustan de lo clásico, dan lustre a esta afectuosa y progresista historia, que vale la pena ver como parte del necesario plan de reacomodamiento al nuevo siglo, que tantos necesitan.

Título para Latinoamérica: “LAS REGLAS DE LA VIDA”