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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Drama Hillary Fairfield (John Barrymore), víctima de los bombardeos de la Primera Guerra Mundial y afectado por una crisis nerviosa, escapa del manicomio donde lleva casi 15 años encerrrado y vuelve a casa el día de Navidad. Ese mismo día, su esposa, de la cual se ha divorciado sin saberlo, piensa casarse con un hombre de buena posición. (FILMAFFINITY)
18 de marzo de 2011
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alguien, voluntariamente, sufre una pérdida para que otro gane. A esto se le llama sacrificio. Pero hay sacrificio cuando, quien dio, se resiente por lo que perdió. Si lo que se dió fue en un acto de entendimiento y de lúcida aceptación, el sacrifico no existe porque, al ser un acto de amor, no reconoce pérdida. El amor y el sacrificio jamás pueden unirse, porque el amor genera complacencia y el sacrificio produce dolor.

<<DOBLE SACRIFICIO>>, se nos presenta como un drama para exaltar la capacidad de abandonar los propios intereses por el bien de otro. Es una película que dirige, George Cukor, y significó el sorprendente debut de una actriz que sólo tenía experiencia en el teatro y que, desde entonces, comenzaría a imponerse como una de las más grandes intérpretes que ha registrado el celuloide: Katharine Hepburn.

Muchas estrellas habían aspirado a éste rol, por el simple orgullo de aparecer junto a, John Barrymore, por aquellos años, uno de los más cotizados actores de la Meca del Cine. Irene Dunne, Norma Shearer, Anita Louise y otras, pretendieron ser las elegidas, pero, como lo que es para uno nadie se lo quita, bastó una ajustada manera de manipular un vaso, para que, Cukor, se decidiera por la novel aspirante, Katharine Hepburn, como si presintiera que, en ella, había una gran amiga y una actriz esplendorosa para casi una decena de sus mejores películas.

Se nos presenta, entonces, un drama que había sido un éxito en el teatro y que ahora aspiraba a conmover a un gran número de corazones sensibles en su versión cinematográfica. Sin duda, tuvo un gran valor para su época, pero, a la luz de la razón que tenemos ya en el siglo XXI, sólo nos queda exaltar la labor actoral del señor Barrymore, y el convincente debut de la encantadora Kate, quien siempre estuvo dispuesta a aprender de su partenaire todo lo que pudiera enseñarle.

De resto, la historia de aquel padre que estuvo en la guerra; que pasó luego 15 años en un hospital mental víctima de trastornos psíquicos; y que ahora regresa para conocer a su hija, dándose cuenta de que su esposa está a punto de casarse con otro hombre, flaquea ya por dos aspectos esenciales: 1. Las enfermedades mentales No son hereditarias. Puede haber predisposición genética de una generación a otra, como la hay para el cáncer, la hipertensión, y otros padecimientos, pero, depende en alto grado del estilo de vida que se lleve para que, emerja o no, una u otra enfermedad. 2. Se torna muy pobre, moralmente, el acto de renuncia asumido por el señor Hilary, cuando luego acepta el sacrificio de su hija, a pérdida de lo que ella más ama. Más que un acto de conciencia, esto podría interpretarse como un hecho de conveniencia. Y así no debe ser.

Esta es la clase de obra que, ideológicamente se ancla en el tiempo, y al final, termina perdiendo todo sentido. Por fortuna, el pensamiento evoluciona… aunque para su avance, haya que “sacrificar” algunas películas.
Luis Guillermo Cardona
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