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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Fantástico Dos chicos pobres serán visitadas por un hada en Navidad y partirán en busca del "Pájaro Azul de la felicidad". (FILMAFFINITY)
13 de diciembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“En el cielo hay un pájaro, tan azul como el mismo cielo, y cuando alguien lo encuentra hallará con él la ansiada felicidad. Pero no todos pueden verlo, porque los ojos humanos son propensos a ser cegados por el brillo de la riqueza, la fama y la posición social, además de que son engañados por la burlona brizna de los honores vacíos. Pero, para los afortunados que buscan con ojos y corazón abiertos, con la ingenuidad, simpleza y fe, que son la riqueza de la infancia, hay una promesa inmortal, y para ellos vive en villancicos el pájaro azul, regocijante símbolo de felicidad y contento hasta el final”.

Con estas bellas, metafóricas y sapientes palabras, comienza la obra teatral que escribiera, en 1908, Maurice Maeterlinck, Premio Nobel de Literatura 1911, y con la cual ha sido conocido a nivel mundial pues, además de haberse representado en muchos países del mundo, cuenta ya con, al menos, cinco adaptaciones cinematográficas, siendo las más conocidas la de Walter Lang con Shirley Temple (1940) y la de George Cukor con nada menos que Elizabeth Taylor, Jane Fonda y Ava Gardner (1976).

Esta versión de 1918, fue realizada por el francés Maurice Tourneur, en sus fructíferos tiempos en los EEUU de Norteamérica, pero tengo que decir que, como “La pobre niña rica” uno de sus filmes del año anterior, este también me deja a medio camino entre el disfrute y el desencanto. Desde lo visual, el filme desborda un notable esfuerzo que hace posible solazarse con simpáticos trucos técnicos, preciosas composiciones de imágenes y un cierto aire de poesía va entrando en escena, de tanto en tanto, mientras los chicos Tyltyl y su hermana Mytyl, viajan en busca del tan ansiado pájaro azul que les ha encomendado el hada Berylune (bellamente representada por Lillian Cook quien fallecería, poco después de terminado el rodaje, con tan solo 20 años de edad).

Pero, es en la adaptación que hizo Charles Maigne donde se asientan las grandes debilidades de “EL PÁJARO AZUL”, pues, la historia más pareciera la ilustración animada de una suerte de catecismo, que una historia lógicamente ilada. Desde entonces, el filme se divide en imágenes de almíbar e imágenes de azufre, volviéndose confuso, ingenuamente moralista y con el rítmo casi en un punto muerto, salvado apenas por las juguetonas muchachas que entran en escena, que parecieran hacer tambalear los principios moralizadores del autor belga, para ceder a la libido en pugna del amigo Tourneur.

Aunque no he tenido ocasión de leer la obra de Maeterlinck, imagino que el premio Nobel no se lo dieron por contar historias a la manera que aquí se toman. Tiene que haber mucho más que una ligera fábula moral, porque, para que Constantin Stanislavski se animara, él primero, a ponerla en escena en el teatro de Moscú el mismo año de su publicación, es porque hay en ella grandes valores literarios.
Luis Guillermo Cardona
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