Las películas basadas en reuniones de amigos, preferentemente en períodos vacacionales, deberían empezar a formar parte ya de un género propio en el cine francés. La más reciente en llegar a nuestras pantallas, esta “Barbacoa de amigos” coge el testigo de otras como “Pequeñas mentiras sin importancia” o “El Skylab” de temática parecida y como ellas hace de la naturalidad y las cosas cotidianas el motor para servir un relato amable que se ve con una sonrisa permanente sin que uno pueda resistirse a la vez a sentirse identificado con alguna de las situaciones que viven los personajes. Unos personajes muy bien dibujados en los que vemos representados los vicios y las virtudes de una generación que tras alcanzar la madurez parece plantearse si el modo en que han vivido hasta ahora es el más correcto para alcanzar la felicidad. Todo ello haciendo de la amistad un coto cerrado en el que la sinceridad total se vuelve liberación y problema al mismo tiempo. Éric Lavaine opta en todo momento por la comedia para retratar cada uno de los encuentros de su grupo de personajes, sin que ello impida que en el film aparezcan cuestiones de mayor o menor profundidad como la lealtad o la infidelidad. El mérito de Lavaine es que no deja que ello tiña en ningún momento el carácter optimista de una película que transpira buen rollo por cada uno de sus poros.

Lo mejor: la fórmula amigos-vacaciones, perfectamente plasmada en las imágenes.

Lo peor: un final algo postizo.