“Las alucinantes aventuras de Bill y Ted” es el segundo film de Stephen Herek tras “Critters”, obra de culto de serie B que fue una de tantas películas que surgió a remolque de la fama de “Gremlins”. Mezcla de comedia adolescente, ciencia ficción y cine de aventuras, en ella podemos ver a un jovencísimo Keanu Reeves interpretando a uno de los bobalicones protagonistas, antes de convertirse en sex symbol e icono del cine de acción. Bill y Ted están a punto de graduarse, pero el examen de historia parece que será una prueba que no conseguirán superar. Ted está frustrado porqué su padre lo ingresará en una academia militar si suspende, truncando el sueño de los dos amigos de formar su banda de rock junto a Van Halen. Rufus, un viajero del tiempo proveniente del futuro llega a San Dimas con una máquina del tiempo en forma de cabina de teléfono para salvar a Bill y Ted. Con esa máquina podrán viajar al pasado y conocer a Napoléon, Sócrates, Beethoven y muchos otros personajes importantes de la historia, para así poder aprobar su examen final. La película concentra gran parte de la esencia del cine de los ochenta, con todo lo bueno y todo lo malo que eso conlleva. Como si de un “Regreso al futuro” de serie B se tratara, los dos jóvenes viajan al pasado en una cabina de teléfonos para vivir situaciones que provocan mayoritáriamente vergüenza ajena. Conseguir ver la película a través de los ojos de un adolescente de los años 90 (por no decir de un Bill o un Ted) es básico para dejar atrás el espíritu crítico destructivo y poder disfrutar de forma desenfada de esta bobalicona película llena de solos de guitarra. “Las alucinantes aventuras de Bill y Ted” contó con una secuela y una serie animada producida por Hanna-Barbera y existen rumores de una tercera parte con los mismos protagonistas.

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