Típico film de manufactura ibérica urdido por el periodista, psicólogo, parapsicólogo y, claro está, director de cine en mucho tiempo libre pero desaprovechado Sebastián d´Arbó (nacido en Tortosa en 1947). Junto con el profesor Jimenez del Oso, d´Arbó se ganó la vida como el Íker Jimenez de los setenta con sus artículos de prensa y programas de televisión dispares (como escalofriantes para atraer la credibilidad de unos entonces telespectadores no acosados por la aborrecible telerealidad de hoy en día).

D´Arbó tampoco perdía el tiempo de productor de películas clasificadas “S” tales como “Sin Bragas y a lo Loco”, co-producción hispano-germana dirigida por el erotómano Gérard Loubeau (Seis calientes suecas en Ibiza) y así se podía financiar sus trabajos de documentación e investigaciones relacionadas con las Ciencias Ocultas.

El mismo periodista nos introduce en la película, a modo de ser un Alfred Hitchcock de lo paranormal, y narrándonos un posible suceso que aquí lo sufre Eva (Mercedes Sampietro) una viuda que tras la muerte de su marido, no puede afrontar la hipoteca de su casa por lo que se verá asediada por la Agencia Inmobiliaria (no por los bancos, bendita seas) dispuesta a embargarle los bienes. Pero a la vez empiezan a sucederse a su alrededor extraños fenómenos a la vez que ocurren extrañas muertes. La mujer recurre a la ayuda de un abogado (Ramiro Oliveros) y de un parapsicólogo (Narciso Ibañez Menta).

La película cuenta con la presencia de secundarios tan entrañables como Alfred Luchetti (La Ciutat Cremada), Rafael Anglada (Puzzle) o Victor Israel (conocido por su rostro que recordaba al de Marty Feldman y que interpretó películas como “Pánico en el Transiberiano” (1971) y que ha sido homenajeado en el documental “Los Perversos Rostros de Victor Israel” (2010)).