Tras la popularidad que le alcanzó con las películas “Good Morning Vietnam” (1987) de Barry Levinson y “El Club de los Poetas Muertos” (1989) de Peter Weir, Robin Williams, desahuciado de su etapa “invisible” de los ochenta, intentó recuperar los sendos personajes mitad cómicos, mitad dramáticos en que bien se asentaba, antes de venderse al cine familiar que le llenaría los bolsillos (desde Hook; Sra. Dountfire; Flubber, Patch Adams y demás,…). “Cadillac Man” es un buen ejemplo de ello.

Williams interpreta a Joey O´Brien el prototipo de personaje mujeriego, ambicioso, triunfador y carismático (incluso habla frente a la cámara mientras conduce). Recién divorciado de la mujer con la que ha convivido más de diez años, Tina (Pamela Reed), su estrés solamente se limita a su actual situación sentimental: tiene varias amantes pero entre ellas no se incluye a Donna (Annabella Sciorra) cuyo celoso marido Larry (Tim Robbins) asalta el concesionario donde trabaja su mujer de secretaria y Joey de vendedor. Y en el día menos señalado; las oficinas se trasladan, hay recorte de personal y salvará el pellejo quien venda más de doce vehículos en un día tan menos señalado como un domingo.

Tim Robbins todavía no era muy popular a principios de los noventa. Pero en “Cadillac Man” ofrece uno de sus mejores papeles de comediante. Roger Donaldson (Un Pueblo llamado Dante´s Peak) tuvo buenas intenciones con Williams pero la batuta de director de orquestra se la llevó Robbins, protagonizando la segunda mitad de la película como si se tratara de una reconstrucción de “Tarde de Perros” de Sidney Lumet, derivando al sainete y al enredo.