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Voto de Natxo Borràs:
10
Cine negro. Intriga. Drama Comienzos de la Guerra Fría, en Viena, 1947. El norteamericano Holly Martins, un mediocre escritor de novelas del Oeste, llega a la capital austríaca cuando la ciudad está dividida en cuatro zonas ocupadas por los estados aliados de la II Guerra Mundial. Holly va a visitar a Harry Lime, un amigo de la infancia que le ha prometido trabajo. Pero su llegada coincide con el entierro de Harry, que ha muerto atropellado por un coche en plena ... [+]
10 de febrero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
oy en día es inevitable rememorar que “The Third Man”, la novela más conocida del escritor británico Graham Greene fue llevada a la gran pantalla por Carol Reed con el aire clásico de los dramas y thrillers de su época y sin recaer en los parámetros explícitos de las cintas de espionaje que se harían tremendamente populares con el inicio de la Guerra Fría. Nos situamos en una Viena de posguerra y repartida por las potencias vencedoras que no impiden el tráfico constante de mercado negro en sus oscuras y musgosas calles. Digno escenario de una búsqueda con muchas preguntas y pocas respuestas, amén del sinsentido que puede repercutir una amistad traicionera, peligrosa y agazapada en el subsuelo de lo imperdonable.

Carol Reed rodó una obra maestra que probablemente le debe parte de mérito a un entregado pero breve y a la vez intenso Orson Welles que, a merced de las hipótesis y conjeturas de muchos cinéfilos de pro, no solo estuvo delante de las cámaras sino que llegó a supervisar e inmortalizar secuencias como la de la persecución en el alcantarillado. Todo con un sentido de la artesanía que roza la maestría acentuada con la magistral música de Anton Karas, por entonces un músico callejero que había dejado iluminado al equipo de pre-producción en la localización de exteriores. Una película así no podía pasar desapercibida en los circuitos europeos.

Hablemos de Welles. Consciente de que su carrera en Hollywood le precipitaba a una curva descendente al fracaso tras la mala acogida de (The magnificent Ambersons, 1942) y “La Dama de Shangai” (The Lady from Shangai, 1947) un encubierto exilio europeo del joven actor y realizador no le impidió a afrentar los obstáculos en la producción de Alexander Korda que quería llevar a cabo Carol Reed (con quien mantuvo diferencias) a pesar de la condición de “pariah” que se había ganado el director de “Ciudadano Kane” en un Hollywood que empezaba sufrir los primeros acosos del Maccarthismo.
Natxo Borràs
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