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Voto de Natxo Borràs:
8
Aventuras. Drama Inuk (Anthony Quinn) se siente solo en su iglú, pues, no tiene a una mujer que le haga "reír"... pero la vida va a mostrarse generosa con él, y pronto llegarán dos guapas muchachas entre las que tendrá el privilegio de elegir. Las costumbres y los grandes valores de su cultura, van a quedar bellamente recreados.
2 de noviembre de 2009
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inuk (Anthony Quinn) es un esquimal que vive según las ancestrales costumbres de su pueblo; aislado en su iglú en las árticas regiones del Norte y sin contacto alguno con el hombre blanco. Al no tener todavía una mujer por la que compartir su cálido lecho en tan helado hogar y en medio de la nada de los fríos parajes del Polo, se decide por Asiak (Yoko Tani) una de las hijas de la anciana Powtee (Marie Yang). Concebidos los rituales que unirán a la pareja, la vida para el esquimal tendría que seguir por sus dictámenes. Pero una mañana Inuk ve frustrada la caza del oso con su arpón debido a que el animal ha recibido un impacto de bala; allí empezará un tormentoso encuentro con la civilización que le llevará a ser presa fácil de su propio orgullo hacia lo desconocido y su primer contacto con las armas de fuego. Posteriormente, su implicación en el homicidio accidental de un predicador (Marco Guglielmi) llevará a Inuk ser objetivo de dos agentes de la ley (Carlo Giustini y Peter O´Toole) que sucumbirán a las heladas y a las tormentas del Polo para dar con él y llevarlo ante la Justicia como un hombre moderno más.

Nicholas Ray se desmarcó del hollywoodiano ambiente en que se había acomodado gracias a éxitos generacionales como “Rebelde sin Causa”, firmando esta co-producción inglesa junto con Francia e Italia. Menciones aparte del empleo de espectaculares fotografías en el ártico; (aunque las localizaciones más exactas se llegaron a rodar en el Norte de Canadá) es la labor de Anthony Quinn como el testarudo, salvaje e ingenuo Inuk, quien no duda de abalanzarse sobre sus oponentes por el simple hecho de no compartir calor con la querida Asiak, y el trauma que significa para un esquimal el rechazo por otros del adulterio consentido, ley sagrada de su pueblo. Por lo que el carácter antropológico del conjunto resulta más que interesante como añadido a una historia con el choque de civilizaciones adversas como eje central y que une aventura y drama a partes iguales.
Natxo Borràs
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