A finales de los años ochenta el grupo de cómicos británico Monty Python, extrañamente sin coincidirse entre sí, siguieron haciendo de las suyas realizando comedias un poco distantes de su humor políticamente correcto y que les había funcionado tan bien (ya sin el malogrado Graham Chapman en el frente y con Terry Gilliam fuera de su onda) en producciones que más o menos tenían reparto norteamericano. Era el caso de mezclar humor de ambos países en la notoria “Un Pez Llamado Wanda” (A Fish Called Wanda, 1988), dirigida por Charles Crichton un veterano maestro de los siempre recordados Estudios Ealing.

Tras ese éxito, un motivo de que los Python se promocionasen (en éste caso solo participan el guiñolesco Eric Idle y el camaleónico John Cleese) materializando otra comedia, en éste caso muy inferior a la inteligente premisa adoptada en “Un Pez Llamado Wanda”.

Con “Recién Nacido y ya Coronado” vuelven a la carga para desvalijar los intereses comunes pero diferencias que se producen entre anglosajones e ingleses en la disputa por una herencia nobiliaria. El duelo británico está lógicamente representado por Eric Idle y John Cleese mientras que el anglosajón lo forman Rick Moranis (canadiense de pro establecido en los EEUU) y la antigua musa de Scorsese, Barbara Hershey.

El film arranca cuando un bebé es desposeído de sus padres por descuido (representados por unos melenudos Hershey-Idle, duques de que viven de los alegres años “hippies”, olvidándose su heredero retoño en un restaurante. El pequeño heredero olvidado es adoptado por una familia de inmigrantes hindués y bautizado con el nombre de Tom Patel. Mientras los padres recuperan a un “presunto” bebé que será educado en los Estados Unidos y dará nombre al futuro Duque (Rick Moranis), que volverá a Inglaterra, a pesar de una maldición familiar que un enterado Tom hará que así sea posible cuando se dé cuenta que tiene en sus manos un sonajero,… Elemento primordial y clave de que Tom es el auténtico Duque del que se ha arrebatado su título.

Y en un sinfín de situaciones enredosas y desmadradas (una portentosa y desconocida actriz galesa de veintipocos años llamada Catherine Zeta-Jones acaba de amenizar el conjunto de la función), ésta comedia se salva de las aguas que los mismos Monty Python se les habría agradecido poner más empeño.