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España España · Madrid
Voto de keizz:
8
Drama Charlie, un director de teatro neoyorquino y su mujer actriz, Nicole, luchan por superar un proceso de divorcio que les lleva al extremo tanto en lo personal como en lo creativo. (FILMAFFINITY)
9 de enero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Noah Baumbach se llama historia de un matrimonio pero en realidad es la historia de un divorcio. Cuando empieza la película, la pareja ya está en pleno proceso de separación, pues acuden a un mediador para tratar de reconducir lo que ya es irreconducible. A partir de ahí, los abogados, la disputa por estar con el hijo, las pretensiones económicas, todo ello irá fracturando más y más la relación hasta producir una explosión de reproches y rencor.

Baumbach construye una historia emocionante sin grandes efectismos. A los cinco minutos de película ya conoces y te has enamorado de los dos protagonistas, gracias a las cartas que ambos escriben sobre el otro, a petición de un mediador que tratará en vano de salvar el matrimonio. De este modo, el director nos presenta a los protagonistas de un modo rápido y efectivo, dándonos mucha información útil sobre ellos. En seguida sabemos por qué se enamoraron, qué cosas admiran el uno del otro y esas pequeñas cosas tan especiales que todas las parejas tienen. Son dos cartas preciosas que no llegan a leerse el uno al otro porque ella se niega a hacerlo, pero cuyo contenido sí conocen los espectadores.

La película es un viaje por las entrañas de una relación de pareja. Las relaciones nunca son perfectas, siempre hay uno que lleva las riendas y otro que se deja llevar, siempre se van produciendo situaciones que uno deja pasar pero erosionan, y siempre se termina agotando. Pero es precisamente en esta parte final, cuando todo es resentimiento y destrucción, la que Baumbach nos propone visitar, y vemos que incluso transitando por los ángulos sinuosos y oscuros de la separación, el amor aún puede estar presente, que se puede seguir amando a alguien aunque la relación ya esté completamente agotada.

La narración se aparta un pco de lo convencional. Vamos pasando por épocas concretas a través de elipsis en cada una de las cuales vemos el momento emocional en el que la pareja se encuentra, sus situaciones anímicas y el modo en que ambos sobrellevan las cosas y tratan de encontrar el equilibrio entre la ruptura legal, la ruptura sentimental, la necesidad de empezar una nueva vida, y el problema del hijo en común. Es una película de escenas. Hay varias escenas pontentísimas, inolvidables, que compensan esos saltos, a veces abruptos, entre ellas.

He escuchado por ahí que esta película es una versión moderna de “Kramer contra Kramer” y estoy en absoluto desacuerdo. Sin entrar a valorar cuál es mejor que otra, aquella se centraba en el hijo, mientras que ésta se centra en la relación entre los padres. El tema de que haya un hijo de edad parecida y cierto conflicto por el reparto de visitas (que no por la custudia, como en la película de Benton) no es suficiente similitud. Aquí el film ahonda más en el lado emocional de los padres, lo que es una relación de pareja con su magia pero también con su parte corrosiva, esa que hace que uno de los dos pierda inevitablemente su identidad por acomodarse al otro, y también esa desesperación al ver que el otro se va transformando y no hay nada que hacer para evitarlo.

Este camino escabroso por las tripas de una relación nos lo muestran los actores protagonistas de un modo admirable. Driver y Johansson están a un nivel muy alto (más él que ella, en mi opinión) pero también es verdad que las escenas que les prepara Baumbach son un caramelito para cualquier actor. A poco que tengas algo de talento interpretativo, esas escenas son la oportunidad perfecta para lucirte. Yo destacaría aún más a Laura Dern, que firma una interpretación sensacional de abogada arrolladora y sin escrúpulos. Está perfecta. Y no puedo terminar de repasar a los actores sin mencionar a dos que, más allá de que estén bien o mal (están bien, por supuesto), es la alegría que me da volver a verlos en la pantalla después de muchos años sin disfrutarlos. Hablo de Alan Alda y Ray Liotta, que aparecen en pocas escenas pero desde luego en ese poco rato que salen se ponen al mando de la película. Muy grandes.

La película es indudablemente dramática, pero no se recrea en ello ni tiene el almíbar tan caracteristico en este tipo de films. Está aderezada con varios toques de humor, un par de números musicales un tanto discutibles y amenaza un par de veces con convertirse en un drama judicial, pero finalmente no es así, pese a lo cual nos deja claro el terrible sistema judicial americano para este tipo de cosas. A los abogados los pega un buen palo, pero sobre todo al sistema judicial en general, pues además del dolor de separarte, te cuesta un riñón hacerlo. Y si quieres la custodia tienes que demostrar que tienes dinero para mantenerlo, pero entonces puede que tengas que pagarle al cónyuge una pensión para compensar. Se le quitan las ganas a uno hasta de divorciarse.

En la parte negativa de la película hay poco que decir. Personalmente pienso que, pese a que los protagonistas están muy bien, creo que con otra pareja de actores quizá se habría destilado más química. También (y esto es muy personal) creo que el niño está muy lejos de conmover, me resulta un tanto repelente y aporta muy poco a la historia. El guión es interesante pero creo que bastante mejorable. Y por más que pienso no se me ocurren más cosas negativas que decir.

No puedo evitar sentirme encandilado por películas como ésta. Es un film cargado de emotividad, naturalidad y resulta imprevisiblemente creíble. Sin duda, la mejor película de Baumbach hasta el momento. Una obra sólida y conmovedora, que hay que ver en el cine, pues me imagino que vista en un dispositivo con Netflix tiene que ser mucho más difícil meterte dentro de ella, lo cual es fundamental para vivirla como es debido.

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keizz
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