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España España · Madrid
Voto de keizz:
8
Drama Ana y Mateo buscan desesperadamente a su hijo que se les ha perdido, después de haberlo dejado unos minutos solo como castigo por portarse mal en un frondoso bosque junto a la carretera. Mientras comienza a anochecer y aun con la ayuda de la policía siguen sin poder encontrar al pequeño Lucas que parece haber sido tragado por este hermoso pero amenazante bosque. El suspense por la búsqueda de su hijo y la intriga de si logrará aparecer ... [+]
13 de abril de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por Matías Bize, esta película chilena discurre en tiempo real de principio a fin en lo que parece un interminable plano-secuencia que dura los 85 minutos del metraje del film en un ejercicio de estilo valiente y que logra atrapar al espectador que siente angustiosamente esa cámara que circula en torno a los personajes en ese bosque inquietante mientras pasas los minutos deseando que el niño aparezca detrás de cualquier árbol lo antes posible.

Lo que en un principio parece ser un thriller sobre el niño perdido y la importancia de recuperarlo lo antes posible, pues se hace de noche y el chico está (o debería estar) en el bosque con una simple camiseta de manga corta, termina desembocando paulatinamente en otra cosa. Poco a poco la carrera contrarreloj para encontrar a Lucas va dando paso a una reflexión sobre la maternidad.

En el fondo la película es eso. Una historia para poner encima de la mesa el significado de la maternidad, lo que representa ser madre, las renuncias que conlleva, las compensaciones, lo que influye en las relaciones de pareja, etc. A causa de la desaparición del pequeño Lucas, Ana y Mateo discuten sobre todas estas cosas. Especialmente brillante es el diálogo del cuarto de hora final en el que es inevitable que el espectador reflexione y termine tomando partido por una de las dos posturas, aunque desde mi punto de vista ambas son perfectamente entendibles.

Según empezó y se iba desarrollando la historia, me temía una película dolorosa, y afortunadamente no lo es tanto. Al menos, para mí no lo fue. Lo que sí hubo es intriga. La incertidumbre es muy fuerte. ¿Dónde coño está el niño? La madre al principio cree que se ha escondido para castigarles. Pero nadie lo encuentra, y el hecho de que aparezca su gorra en el suelo le da un punto mayor de suspense.

Indudablemente desde el principio uno se siente más identificado con el padre, que se muestra decididamente angustiado y arrepentido de haber permitido que dejaran al niño solo en el bosque como castigo. La madre en cambio aparece tranquila, al principio casi displicente, convencida de que el pequeño Lucas se está escondiendo a propósito por el resentimiento que tiene hacia ella. Pero poco a poco iremos sabiendo más cosas…

La potencia del film es innegable. En lo puramente formal, el hecho de que se desarrolle en tiempo real le añade un realismo absoluto, pero es que además el desarrollo de la historia dota a la película de una fuerza arrolladora por su mensaje, su temática y su ambiciosa realización. Hay pocos personajes en la película, y algunos de ellos no los vemos nunca, como la abuela del niño, que llama varias veces por teléfono para ver cuándo van a llegar a cenar. O la misma cámara, que para mí es un personaje más de la película, revoloteando detrás de Ana y Mateo y haciéndonos sentir que estamos allí, a su lado.

Con tan pocos personajes, es fundamental que los actores estén bien. Y vaya si lo están. La actuación de Antonia Zegers es sencillamente descomunal. Majestuosa actriz capaz de transitar por varios registros interpretativos al mismo tiempo, logrando una asombrosa credibilidad tanto cuando es una madre implacable como cuando se desmorona y saca a relucir el vulnerable ser humano que lleva dentro, lleno de dudas, desilusiones y frustraciones como madre, esposa y hasta hija. Esto es actuar, señores. Mi aplauso para ella.

Y a su lado, Néstor Cantillana, que cumple bien su función de estar a la altura del personaje, pero que inevitablemente queda ensombrecido por la inefable actuación de Antonia Zegers. Por otra parte, Catalina Saavedra también está bastante bien en el papel de policía.

En el fondo, se trata de una obra de teatro a cielo abierto, con la cámara constantemente al lado de los actores. Los diálogos son sencillos pero profundos y creíbles, y junto con los silencios (que también dicen muchas cosas) dosificados con sabiduría por Matías Bize, dota a la película de un intensidad pocas veces vista abordando el tema de la maternidad de un modo valiente y elocuente, aunque también devastador.

Me ha gustado mucho la película. Es de aquellas que no te esperas que te atrape pero lo hace y no te suelta durante días. Normalmente siempre digo que este tipo de películas no las recomiendo a todo el mundo por su singularidad y por lo poco convencional que es, pero en este caso me parecería difícil de creer que alguien en la sala no sea capaz de apreciar esta película. Aunque hay almas para todo, también es verdad.

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keizz
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