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España España · Madrid
Voto de keizz:
7
Drama. Comedia Fred, un devoto viudo calvinista, lleva una vida respetable, rutinaria y aburrida desde que expulsó a su único hijo. De repente entra en su vida Theo, un adulto con una edad mental de cinco años; un hombre con un comportamiento extraño que apenas habla y parece no tener a nadie. Cuando Fred decide adoptarlo, empieza a disfrutar la “paternidad” de nuevo, se vuelve protector e incluso lo defiende del acoso de los chicos y del pretencioso ... [+]
11 de mayo de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película empieza presentándonos a Fred. Vemos cómo es. Extremadamente pulcro, metódico, religioso, monótono, solitario, aburrido. Llega a su casa, se sienta en su sofá, escucha un disco de Bach (en su casa solamente hay discos de Bach), se prepara la cena, la pone en la mesa y espera a que el reloj marque las seis en punto para empezar a cenar.

De este modo, Diederik Ebbinge, director de la película, hace que entremos en el mundo cotidiano de Fred, el protagonista de “Matterhorn”, su ópera prima. Así nos hace entender cómo para alguien como Fred la llegada de un extraño puede suponer un beneficio, ya que su vida transcurre lánguidamente entre los cantos en misa y la soledad de su casa.

Pero claro, viviendo en un pueblo tan pequeño y religioso, las habladurías son inevitables, y poco a poco la comunidad comienza a hostigar a Fred, ya que no ven bien que acoja a un extraño en su casa y convivan juntos. Pero él está resuelto a mantener esa relación y cuanto más intentan romperla desde fuera, más fuerzas adquiere Fred para salirse del guión establecido que lleva siguiendo toda su vida, y encontrar su propio camino, aunque eso le lleve a enemistarse con todo el pueblo.

A medida que transcurre la película, vamos viendo que la llegada de Theo a la casa de Fred va haciendo que éste se libere de la coraza tras la que ha estado viviendo toda su vida, poco a poco va dejando caer ese disfraz de hombre recto, profundamente calvinista, extremadamente metódico, absolutamente aburrido.

Hay una escena que define por sí sola este devenir al que me refiero. Fred y Theo caminando por la calle en dirección opuesta a la iglesia, mientras el resto de vecinos caminan en la dirección contraria (hacia la iglesia). Ellos visten de color, mientras que los feligreses visten de negro. Ellos van a una fiesta, el rebaño va a misa.

“Matterhorn” es una película pequeña y poco pretenciosa, típicamente europea, totalmente alejada de la estética de las superproducciones norteamericanas. Su fuerza reside en su calidad, en su interior, en cómo indaga en los sentimientos de sus personajes y logra llegar al público sin artificios ni trampas cinematográficas. Es una obra que sabe profundizar en temas universales que van más allá del calvinismo o la religión, como las emociones, los prejuicios sociales o la soledad.

La repetida mirada de Fred a un retrato de una mujer y un niño nos indica que hace tiempo perdió a su mujer y a su hijo, y su actitud cotidiana desvela que no lo ha superado. La presencia de Theo en la casa, en un principio puede parecer que Fred ayuda a Theo, le educa, le atiende, le alimenta y cuida de él, pero poco a poco nos vamos dando cuenta de que es Fred quien más se beneficia de esta relación, puesto que Theo le hace sobreponerse paulatinamente a la pérdida de las dos personas que más quería, sin las cuales la vida para él es un monótono transcurso de días. Theo termina siendo para Fred un elemento terapéutico.

La película tiene ritmo europeo. Es decir, es más bien lenta. Pero en ningún momento aburre. Se inicia bien y logra captar el interés del espectador por la peculiaridad de los personajes y de sus circunstancias. La parte central es algo más plana, y hay fases en las que uno empieza a temer que la película se va a ir vaciando poco a poco, y que va a terminar siendo una patochada sin sustancia. Pero en la parte final, la obra repunta. El director logra rematar con brillantez una película intensa, con un profundo contenido emocional gracias a un final muy logrado, sorprendente, y que deja al espectador con un magnífico sabor de boca.

El descubrimiento de la vida pasada de los dos protagonistas abre paso a unos minutos finales en los que el espectador se entrega por completo a la película. El “This is my life” y la preciosa escena final en el propio Matterhorn tocan la fibra de cualquiera.

Diría que se trata de una película muy humana, de mucha más profundidad de lo que parece. Que está salpicada por unos toques de humor surrealista que personalmente me encantaron, y que está excelentemente dirigida e interpretada. No existen grandes diálogos, hay una gran parquedad tanto en las palabras como en la expresión de las emociones. Sin embargo, lo hacen tan bien que a los que estamos sentados en las butacas nos llegan nítidamente dichas emociones transmitidas por los gestos o las miradas.

Y luego está la música. Siempre Bach. acompañando y completando esta película modesta que encierra tanta grandeza. No obstante, una cierta sensibilidad es imprescindible para apreciarla en lo que vale. Un cierto paladar para degustarla como se merece.

http://keizzine.wordpress.com/
keizz
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