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España España · Madrid
Voto de keizz:
8
Comedia. Drama. Romance En el Dublín de 1980, la recesión económica hace que Conor cambie la comodidad de la escuela privada en la que estudiaba por un centro público donde el clima es más tenso. Encontrará un rayo de esperanza en la misteriosa Raphina y, con el objetivo de conquistarla, la invitará a ser la estrella en los videoclips de la banda que quiere formar. Ella accede, y ahora Conor debe cumplir su palabra. (FILMAFFINITY)
20 de octubre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Carney vuelve a lo suyo. Fue un músico que amaba el cine (era el bajista del grupo The Frames) y se ha terminado convirtiendo en un cineasta que ama la música. Es igual, son dos artes complementarias. El caso es que tras la magnífica “Once” y la disfrutable “Begin again”, ahora llega “Sing Street”, de corte autobiográfico y que nos lleva de nuevo a su Dublin natal para contarnos, una vez más, una historia de amor como inspiración musical.

El amor y la música, el crecimiento musical y el aprendizaje amoroso, unidos de nuevo por Carney. Partiendo de esa base, se le añaden unos buenos diálogos con bastantes toques de humor y se termina de aderezar con un montón de canciones. Canciones que entran a la primera y que terminan de dar forma a una película previsible y poco creíble, pero amena, divertida y entrañable.

John Carney echa la vista atrás y nos muestra esa época tan importante en su vida (la más importante en la vida de todos). La adolescencia, el descubrimiento del amor, los problemas de conexión con la familia y la adaptación al entorno, los amigos, la búsqueda de una identidad personal, la falta de seguridad en lo que quieres y al mismo tiempo el descaro en intentar cualquier cosa que se te ocurra. Los sueños que empiezan a florecer a medida que desaparece la inocencia. Esa época única que nos marca tanto.

Y lo hace como siempre, con un exquisito mimo, con increíble ternura, destilando emotividad sin caer nunca en el sentimentalismo. Carney ama la música y eso se nota en la pantalla. La música pura, desde la intención de hacerla, por simple afición. En sus anteriores películas, y también en ésta, se centra en personajes marginales que hacen música por pasión. No vemos grandes triunfadores ni músicos virtuosos, sino gente común con sensibilidad que compone canciones, y se centra más en ese proceso interior y su forma de expresión más que en la parte comercial (a la que incluso critica en “Begin again”).

La música de los 80 influye en Conor de una manera decisiva, como lo hizo con muchos adolescentes en esa época (y en todas las demás). Así, el rio de la historia discurre por donde discurrían las canciones de aquella época. Por tanto, la película va acompañada por canciones emblemáticas del momento. Duran Duran, The Clash, Hall & Oates, The Cure, Joe Jackson, The Jam, Spandau Ballet, etc. van sonando y haciendo evolucionar la vida y el gusto musical de Conor.

Pero, como siempre pasa en las películas de Carney, no sólo se escuchan éxitos musicales conocidos sino que hay un montón de canciones nuevas compuestas para la ocasión. Y estas canciones son una auténtica gozada, le dan una dimensión especial al film como ya pasaba en sus anteriores obras. Aunque personalmente no llegan ni de lejos al nivel de las canciones de “Once”, no importa. Hacen que veas la película con una sonrisa y moviendo el pie.

El reto de Carney, en esta ocasión, era dirigir un ramillete de actores poco conocidos (cuando no novatos) y prácticamente niños. Y lo ha resuelto con nota. Ferdia Walsh-Peelo es el protagonista y parece mentira que debute en esta película porque está francamente espléndido en su papel. A su lado, Lucy Boynton, no se queda atrás. Esta chica, mezcla de Rosanna Arquette y Julia Ormond (pensad en ellas de jóvenes, mezcladlas, y sale Lucy Boynton), enamora a Conor y a todo el público. El resto de chavales cumplen notablemente y luego tenemos a dos ilustres y veteranos actores irlandeses en papeles secundarios: Aidan Gillen y Maria Doyle Kennedy que dan lustre a la película en sus cortas apariciones.

“Sing Street” es cine musical, romance adolescente y hasta cine social, pero haciendo una mezcla positiva, que evita la superficialidad del primero, lo tópico del segundo y lo desolador del tercero, para conseguir una película sincera y vitalista. Una mirada atrás nostálgica y al mismo tiempo optimista. Nos recuerda que la vida es divertida pero también complicada. Esa mezcla de melancolía y humor es en definitiva lo que nos identifica con la pantalla.

Evidentemente, la película también tiene los inconvenientes que ya os imagináis: es amable, previsible, buenrollista, y el proceso de formación de la banda es un tanto atropellado y esquemático, es verdad. La película va hacia donde todos sabemos que va. Pero eso es señal de que está bien hecha, que sepas lo que vas a ver y aún así te guste, es que está bien hecho.

Ir al cine y pasarlo bien vale la pena. “Sing Street” hace reir, dan ganas de bailar, inspira ternura y nostalgia… en fin, que ya estoy esperando la siguiente historia de John Carney, que tiene en mi un seguidor fiel porque sus películas siempre me llegan. Somos almas gemelas. Los dos sabemos que nos podrá ir bien o mal, pero siempre habrá alguna canción a la que agarrarnos.

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keizz
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