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España España · Madrid
Voto de keizz:
7
Drama. Romance Christian es nuevo en el supermercado. Se adentra en este universo desconocido con la ayuda de su compañero Bruno, que le enseña todos los trucos de la profesión y se convierte en su amigo. En poco tiempo se enamora de Marion, que trabaja en el departamento de dulces y siempre bromea con él. Pero Marion está casada, aunque no es feliz en su matrimonio. (FILMAFFINITY)
9 de mayo de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thomas Stuber dirige esta película que se afana por mostrarnos las interioridades del alma de personas necesitadas de cariño. Christian, que ha vivido siempre en un entorno desolador, que tiene el cuerpo lleno de tatuajes a modo de coraza en la que ocultar un enorme y vulnerable corazón; Marion, que a pesar de estar casada no ha tenido el afecto que necesita, y Bruno, un hombre agotado, de vuelta de todo y absolutamente desencantado con la vida.

El guión es bueno, pero lo mejora la magnífica dirección de Thomas Stuber, que nos introduce con maestría en las vidas de esos reponedores de supermercado, que vemos siempre de reojo, sin prestar atención. Stuber plasma unos personajes complicados, que aparentemente llevan vidas sencillas pero todos ocultan secretos y un alma repleta de resquemor.

Hay que dejar claro que la película es alemana. Los alemanes son gente de pocas palabras y fuertes convicciones. Allí suelen ir al grano, mientras que aquí el silencio nos incomoda mucho y solemos ponerle muchas florituras a las conversaciones. Lo digo porque desde el punto de vista mediterráneo la película puede parecer lenta o sosa, con pocos diálogos y no demasiado explícita. Lo digo porque hay que entender el contexto a la hora de valorar lo que vemos.

Hay ratos en los que la trama parece no existir. Ver la cotidianidad de los trabajadores reponiendo género en los estantes y manejando las máquinas por los pasillos no es muy emocionante que digamos, y la película sería realmente anodina de no ser por los tres personajes principales, cuya sensibilidad y fragilidad nos conmueve y nos hace querer saber más de ellos.

La película comienza con el supermercado en penumbra y la música del “Danubio azul”, de Strauss, mientras la cámara se mueve por los pasillos entre estanterías, palés y carretillas elevadoras, como una introducción a lo que será el escenario principal en que se desarrollará el film.

Ese supermercado parece ser una metáfora del alma humana. Un sinfín de pasillos con un montón de productos que se van quitando y poniendo cada día, en un tedioso ritual que nunca termina. Pasillos que no conducen a ninguna parte, salvo a otros pasillos, como sucede con los laberintos que son las almas de las personas, lo que dificulta el conocimiento real de la gente que, por mucho que nos importe, nunca es sencillo encontrar el camino correcto que nos lleve a su interior.

La interpretación es formidable por parte de todos, especialmente los tres protagonistas principales. Franz Rogowski, a quien conocía de la última de Haneke y no me pareció gran cosa, está soberbio en esta ocasión. En un papel bastante complicado, logra transmitir la soledad, la vulnerabilidad y el enamoramiento adolescente que siente por Marion, todo ello sin apenas palabras. Sandra Hüller, a la que descubrí en la extraordinaria “Toni Erdmann”, está sobresaliente representando a Marion, una mujer con un aire misterioso, seductora, rebosante de ironía, que se sirve del sentido del humor para sobrellevar un matrimonio tedioso. Por último, el veterano Peter Kurtz también realiza un trabajo excelente, con un personaje que va ganando peso en la película a medida que avanza la historia, hasta el punto de convertirse en el más destacado en la parte final de la misma.

El empleo de la voz en off por parte del protagonista no queda mal. Añade cosas interesantes y no se usa para hacer el film más explícito, que es el error que suelen cometer los que usan la voz en off, sino que aquí se hace para completar, mediante el pensamiento, las pocas palabras del tímido Christian.

Tal vez la película podría haber sido un poco más corta (dura poco más de dos horas) para lo poco que cuenta, y quizá habría sido más comercial si se centrase más en la historia de amor entre Christian y Marion, un cuento romántico en el escenario menos romántico posible, un amor que no puede ser. Y se supone que para eso están las películas, para hacer posible lo imposible. Pero no, esta película es alemana, insisto en ello. Aquí no se trata de hacer una película entretenida, eso queda en otra ventanilla. Se trata de dar prioridad a lo espiritual, de hacerte pensar, de alinear tus sentimientos con los de los protagonistas. Una película poco convencional y decididamente lírica.

“A la vuelta de la esquina” es una película que rezuma compasión por sus personajes, sencillez, honestidad. Una obra que no está hecha para todo el mundo, pues esconde poesía en las cosas más cotidianas, que busca la belleza dentro del color gris que invade toda la puesta en escena. Conmovedor retrato de perdedores, de personas grises con corazones lacerados, de soledades compartidas.

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keizz
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