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España España · Madrid
Voto de keizz:
8
Drama Manuela (Itsaso Arana) y Olmo (Francesco Carril) son una antigua pareja que se vuelven a encontrar quince años después. Cuando eran unos adolescentes estuvieron enamorados, pero se separaron. Se trata de una película sobre el tiempo; o sobre la conciencia del tiempo: del tiempo perdido y del recuperado; sobre lo que recordamos de nosotros mismos y lo que no; sobre las palabras, los gestos y los sentimientos a los que seguimos guardando ... [+]
3 de noviembre de 2016
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gustó la primera película que vi de Jonás Trueba, pero es un director que va mejorando con cada obra que presenta. Cada película suya me gusta más que la anterior y ya me tiene ganado. Tiene una manera muy particular de hacer películas y entiendo que a mucha gente le resulte insoportable, pero a mi me gusta, qué le vamos a hacer. Tolero sus defectos o sus rarezas. Quizá abusa de los detalles culturales, vale, pero mejor abusar que carecer de ellos. También es cierto que se basa demasiado en el cine francés de la Nouvelle Vague, pero a mi juicio le queda bien, y sabe dejar su sello en las películas. Es ya un autor con un sello personal.

El hecho de tener un estilo personal y ser tan heterodoxo hace que sus películas no pasen desapercibidas. A algunos nos gustan y muchos otros no soportan tanta licencia narrativa. Por ejemplo: los protagonistas acuden a un concierto en un bar. Un director cualquiera, pone diez segundos de actuación, a continuación baja el volumen de la canción para escuchar lo que el protagonista le dice al oído a su acompañante, luego cinco segundos más de canción, y acaba la escena. Jonás Trueba pone una canción completa, y luego otra, y empieza una tercera, y se queda tan ancho. Y yo, contra todo pronóstico, lo disfruto.

Trueba pone en la pantalla una obra que nos habla de cómo nos afecta el paso del tiempo, de las ilusiones que no se cumplen, de las promesas que se olvidan, de lo lejos que queda “lo que fuimos” de “lo que somos”, de la añoranza de un tiempo pretérito imperfecto pero mucho más emocionante y vivo que el presente. Tan vivo, que no termina nunca de morir. Y nos habla del primer amor. El primer amor y sus circunstancias, del miedo y la esperanza en dosis nunca igualadas.

La película cae bien por su propuesta y su intención, porque es fácil empatizar con situaciones que a todos nos han pasado, porque tiene diálogos interesantes y escenas muy bonitas, y porque las canciones de Rafael Berrio son excelentes, pero está lejos de ser perfecta. A Trueba le admiro muchas cosas pero el pulso narrativo aún le tiembla un poco, tiene altibajos de ritmo, hay situaciones de interés que no se terminan de desarrollar y otras menos interesantes se alargan innecesariamente, aparte de que la película está dividida claramente en dos partes, división que no me convence del todo.

A pesar de todo ello, la película me engancha. Me parece estar ahí sentado con ellos en la mesa del bar, asisitiendo a su conversación. Una conversación en la que ella lleva las riendas y él, taciturno y expectante, se deja llevar. Rompen el hielo hablando del presente de cada uno, pero se nota que están deseando hablar del pasado y revivirlo. Se suceden las confidencias y, de vez en cuando, los reproches. Me doy cuenta de que en el fondo soy un cotilla.

Me gusta mucho la idea de la película. En el fondo, es la historia de una cita. Algo tan simple como eso. Y sin embargo es muy complejo. Están los sentimientos actuales, los pasados y el modo en que les afectan. En un lado de la balanza, el presente en el que poco o nada tienen que contarse, en el que poco o nada tienen en común. En el otro lado, el pasado. Un pasado lleno de palabras, de cartas, de promesas, de ilusiones. De un lado, las miradas y las ganas sesgadas del presente, del otro, los besos y caricias del pasado.

Entre un tiempo y otro, quince años de vacío. El tiempo transcurrido entre la última vez que se vieron y esta cita es tiempo perdido. Cada día de separación es tiempo de vida perdido, aunque se hayan vivido, aunque hayan tenido otras parejas, otros besos, otras caricias y otras promesas, es tiempo perdido. La vida solo cuenta si están juntos.

Y todo esto, aderezado por escenas casi costumbristas en las que Trueba retrata Madrid con pericia. Disfrutamos de los bares de Madrid, de un concierto de Rafael Berrio, de una escena en la que los protagonistas bailan swing (o lo intentan), de un paseo en moto mientras Madrid amanece, de paseos por la Casa de Campo…

Los actores están bien pero sin alardes. Francesco Carril, habitual protagonista de las películas de Jonás Trueba, está correcto pero no me llega. Itsaso Arana está mejor. En cuanto a la pareja de adolescentes, ella está mucho mejor que él. De hecho, creo que la interpretación del chico adolescente es lo más flojo de la película.

El final de la película es poco convencional. Seguramente mucha gente quedará desconcertada. A mi me pareció brillante. Un gran broche para una película diferente, llena de detalles. Una película valiente, emocionante, con un irresistible encanto para mi y seguramente un rollazo para otros. Qué le vamos a hacer. Las películas, como las canciones, se hacen para mi.

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keizz
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