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Voto de Nekro Zombie:
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Comedia. Fantástico
Un oficinista gris vive una existencia ordinaria y triste, con su esposa en coma y teniendo que cuidar de su hijo, pero en su interior esconde una oculta adicción al sadomasoquismo, obteniendo placer a través del dolor. Un día el hombre entra en un exclusivo y misterioso club de S&M, entrando en un mundo desconocido, donde encuentra a mujeres seductoras y dominantes. Ser miembro del club es por un año, y la única regla es que no hay ... [+]
21 de abril de 2014
25 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay directores cuya obra es tan anodina y mediocre que descubrir quiénes son y de dónde vienen es una soberana pérdida de tiempo. Sin embargo, con otros se hace simplemente necesario si se quiere llegar a entender lo que plasman en pantalla. Matsumoto pertenece a este grupo.
Creo que casi todos los que han visto sus filmes saben que es cómico. Lo que quizá se les escape es su enorme popularidad en Japón. No hay nadie en este país que no haya oído hablar de él; del mismo modo que en España todos conocemos a, por ejemplo, Andrés Buenafuente. Pero, ay, mientras que los cómicos de aquí que se han pasado al celuloide han hecho desde verdaderas atrocidades como "El ekipo Ja", "El E.T.E. y el OTO" o "Aquí llega Condemor: el pecador de la pradera" a películas pueriles que se olvidan un día después de su visionado como "Tapas" u "Ocho apellidos vascos", en otras latitudes han realizado cosas muy interesantes. Todos conocemos a los Monty Python, ¿no?
Matsumoto además es un famoso polemista: ha criticado de todas las maneras posibles el modelo de vida japonés, ha predicado la destrucción familiar, ha asegurado que más vale ser un vago que un "workaholic" y que con la de jovencitas de 19 años cachondas que hay por el mundo no vale la pena casarse para ver como tu mujer se vuelve cada vez más fea e insoportable, etc. Por no decir que también se ha reído en la cara de algunos prestigiosos artistas japoneses.
Todo un punk si se quiere ver de este modo.
Sabiendo que el ya citado modelo de vida japonés le parece absurdo, una de las claves de su humor consiste en insertar el absurdo en dicho absurdo. En realidad, es una de las técnicas clásicas de la comedia: lo "anormal" en lo "normal". Lo que tal vez diferencie a Matsumoto de otros es que lo lleva al extremo. Hasta tal punto que muchos occidentales, poco acostumbrados a tal grado de vesania, pueden sentirse perdidos e incluso ofendidos con el visionado de sus filmes o incluso sus gags.
En realidad, aunque la forma de "R100" pueda resultar esquizofrénica, su contenido es bastante claro: el japonés medio es un masoca tan acostumbrado a obedecer, a una vida casi de esclavo, que siendo constantemente pisoteado, humillado y ofendido acaba encontrando placer en el dolor. Resumiendo: Japón es un país de masocas. El único modo de superar el masoquismo es mediante su opuesto, el sadismo. Algo así como "Antes de que te puteen, putéalos tú a ellos". Sin embargo, para alcanzar este "supremo" estado mental y espiritual primero tenemos que pasar por infinitas penurias. Una vez instaurado podremos descubrir la auténtica felicidad, la libertad, escucharemos "el himno de la alegría" de un modo completamente distinto. Matsumoto comentó en su día que esta película va sobre la cobardía humana; que aunque lo más inmediato sea pensar en Japón, ni los occidentales nos salvamos de ella.
Continúa en Spoilers.
Creo que casi todos los que han visto sus filmes saben que es cómico. Lo que quizá se les escape es su enorme popularidad en Japón. No hay nadie en este país que no haya oído hablar de él; del mismo modo que en España todos conocemos a, por ejemplo, Andrés Buenafuente. Pero, ay, mientras que los cómicos de aquí que se han pasado al celuloide han hecho desde verdaderas atrocidades como "El ekipo Ja", "El E.T.E. y el OTO" o "Aquí llega Condemor: el pecador de la pradera" a películas pueriles que se olvidan un día después de su visionado como "Tapas" u "Ocho apellidos vascos", en otras latitudes han realizado cosas muy interesantes. Todos conocemos a los Monty Python, ¿no?
Matsumoto además es un famoso polemista: ha criticado de todas las maneras posibles el modelo de vida japonés, ha predicado la destrucción familiar, ha asegurado que más vale ser un vago que un "workaholic" y que con la de jovencitas de 19 años cachondas que hay por el mundo no vale la pena casarse para ver como tu mujer se vuelve cada vez más fea e insoportable, etc. Por no decir que también se ha reído en la cara de algunos prestigiosos artistas japoneses.
Todo un punk si se quiere ver de este modo.
Sabiendo que el ya citado modelo de vida japonés le parece absurdo, una de las claves de su humor consiste en insertar el absurdo en dicho absurdo. En realidad, es una de las técnicas clásicas de la comedia: lo "anormal" en lo "normal". Lo que tal vez diferencie a Matsumoto de otros es que lo lleva al extremo. Hasta tal punto que muchos occidentales, poco acostumbrados a tal grado de vesania, pueden sentirse perdidos e incluso ofendidos con el visionado de sus filmes o incluso sus gags.
En realidad, aunque la forma de "R100" pueda resultar esquizofrénica, su contenido es bastante claro: el japonés medio es un masoca tan acostumbrado a obedecer, a una vida casi de esclavo, que siendo constantemente pisoteado, humillado y ofendido acaba encontrando placer en el dolor. Resumiendo: Japón es un país de masocas. El único modo de superar el masoquismo es mediante su opuesto, el sadismo. Algo así como "Antes de que te puteen, putéalos tú a ellos". Sin embargo, para alcanzar este "supremo" estado mental y espiritual primero tenemos que pasar por infinitas penurias. Una vez instaurado podremos descubrir la auténtica felicidad, la libertad, escucharemos "el himno de la alegría" de un modo completamente distinto. Matsumoto comentó en su día que esta película va sobre la cobardía humana; que aunque lo más inmediato sea pensar en Japón, ni los occidentales nos salvamos de ella.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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Otro elemento importante en el filme es el "director de 100 años". Según Matsumoto, la inclusión de este personaje obedece a dos motivos. El primero, a que le echemos la culpa a él y no a Matsumoto por haber realizado una película tan loca. El segundo, a que cuando tienes 100 años deja de importarte lo que puedan opinar de ti tus compañeros de trabajo, tus amigos, tu mujer, tus familiares, los críticos de cine, etc. El japonés ha declarado que cuando él tenga cien años realizará películas todavía más confusas y extrañas.
Todo esto va en una misma dirección: reírse de las limitaciones que se autoimpone el cine. En el momento puedes trasladar a la gran pantalla un demente arrebato, este demente arrebato es tan "posible" como cualquier otra ocurrencia. Otra cosa es que la gente se escandalice, o no le guste o que los críticos más conservadores se lleven las manos a la cabeza. La realidad es que si puedes hacerlo, no hay ninguna norma que te lo impida. Se ha de entender que Matsumoto está obsesionado con "hacer algo nuevo", "algo distinto". Su artista favorito es Van Gogh, pues siguió haciendo su arte pese a que el universo lo odiaba. De hecho, en el filme aparece un grupito que no para de censurar lo que está viendo, que es exactamente lo mismo que nosotros. Matsumoto se nos adelanta: sabe qué podemos opinar sobre su película. Lo cool del asunto es que se la pela.
Hay una escena increíble en la que mediante el sonido de una tetera y la malhablada "Presidenta" lanzándose a la piscina de cabeza compulsivamente, viene a decirnos que si te paras a analizarlo los clichés y recursos típicos del cine también son absurdos. Mientras se visiona este grotesco momento, lo cierto es que se está en tensión por utilizar "trucos" propios del thriller o incluso el terror.
Por lo demás, aunque el japonés haya declarado que posiblemente sea el director que menos cine ve de todo el planeta (como he dicho antes, es un provocador nato), este filme contiene momentos memorables que demuestran su talento y dominio del medio: "la Reina de la Saliva", la dominatrix que no le deja comer sushi, la piscina, etc. No es una película para todos los paladares y especialmente desde un punto de vista occidental puede chirriar a muchos expectadores por su extravagancia.
Yo solo espero que el bueno de Hitoshi Matsumoto siga en esta línea. Si Japón no existiera, tendríamos que inventarlo.
Todo esto va en una misma dirección: reírse de las limitaciones que se autoimpone el cine. En el momento puedes trasladar a la gran pantalla un demente arrebato, este demente arrebato es tan "posible" como cualquier otra ocurrencia. Otra cosa es que la gente se escandalice, o no le guste o que los críticos más conservadores se lleven las manos a la cabeza. La realidad es que si puedes hacerlo, no hay ninguna norma que te lo impida. Se ha de entender que Matsumoto está obsesionado con "hacer algo nuevo", "algo distinto". Su artista favorito es Van Gogh, pues siguió haciendo su arte pese a que el universo lo odiaba. De hecho, en el filme aparece un grupito que no para de censurar lo que está viendo, que es exactamente lo mismo que nosotros. Matsumoto se nos adelanta: sabe qué podemos opinar sobre su película. Lo cool del asunto es que se la pela.
Hay una escena increíble en la que mediante el sonido de una tetera y la malhablada "Presidenta" lanzándose a la piscina de cabeza compulsivamente, viene a decirnos que si te paras a analizarlo los clichés y recursos típicos del cine también son absurdos. Mientras se visiona este grotesco momento, lo cierto es que se está en tensión por utilizar "trucos" propios del thriller o incluso el terror.
Por lo demás, aunque el japonés haya declarado que posiblemente sea el director que menos cine ve de todo el planeta (como he dicho antes, es un provocador nato), este filme contiene momentos memorables que demuestran su talento y dominio del medio: "la Reina de la Saliva", la dominatrix que no le deja comer sushi, la piscina, etc. No es una película para todos los paladares y especialmente desde un punto de vista occidental puede chirriar a muchos expectadores por su extravagancia.
Yo solo espero que el bueno de Hitoshi Matsumoto siga en esta línea. Si Japón no existiera, tendríamos que inventarlo.