A finales de los años cincuenta, el cine español comenzó a adaptar historias que en muchos casos provenían del cine italiano.
Este tipo de films destacaban por mezclar muchas historias entre sí y con multitud de personajes que acompañaban a los principales.
Los protagonistas (Concha Velasco y Tony Leblanc) logran dar valor a un guion el cual, a pesar de su simpleza, no da sensación de desfallecer en ningún momento (algunas historias podrían ser prescindibles). La amplia variedad de localizaciones y la cuidada puesta en escena ayudan a darle un mayor empaque al conjunto.
Por todo esto, la considero una cinta que entretiene al espectador, por tener una buena factura y unos diálogos como siempre rápidos y ágiles, que era por lo que era conocido el cine de esta época.