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España España · Madrid
Voto de J C:
6
Drama Es verano en un barrio obrero y marginal de una ciudad del sur. Tano, un adolescente que cumple condena en un reformatorio, recibe un permiso especial de 48 horas para asistir a la boda de su hermano Santacana. Con su mejor amigo, Richi, se lanza a vivir esas horas con el firme propósito de divertirse y de hacer todo lo que le está prohibido: se emborracha, se droga, roba, ama y vuelve a sentirse vivo y libre. Pero, a medida que pasan ... [+]
20 de enero de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Un tiempo a esta parte, una pléyade de jóvenes cineastas sevillanos han demostrado que se pueden tejer buenas películas con los mimbres de la sencillez, sin abundar en alharacas ni en historias enrevesadas, dibujando personajes reconocibles y cercanos que no chirríen en exceso.
El fuego lo abrió Benito Zambrano con “Solas”, y por esa estela siguieron otros realizadores hispalenses como Chiqui Caravante (“Carlos contra el mundo”, Jesús Ponce (“15 días contigo”) o el que ahora nos ocupa, Alberto Rod´ríguez.
“7 vírgenes” parte de una historia acotada en el tiempo, las 48 horas de libertad de que dispone un adolescente internado en un reformatorio para acudir a la boda de su hermano y reencontrarse, de paso, con su insegura novia y su amigo de toda la vida, una situación, la temporal, digo, que ofrece posibilidades cuando está bien narrada y aquí lo está, sin duda, pues en ningún momento se tiene la sensación de que el reloj falle. La trama, por otro lado, mantiene interesado al espectador a lo largo de la hora y media que dura la película, quizá debido al buen trazo con que están dibujados los personajes y al ritmo certero que emplea Rodríguez, poco dado a disipar la narración en vericuetos ajenos a la idea central.
Si exceptuamos algún punto que queda sin definir del todo y cierto recurso del guión que es más un esbozo que otra cosa, así como la brusquedad de una situación dramática que no desvelaré para mantener la incertidumbre de quien no la haya visto, puede decirse que la película de Rodríguez es correcta, tanto como la de otros paisanos suyos, pero carece de más mérito que ése. Ni siquiera la interpretación de Juan José Ballesta, reconocida en un festival reciente con un premio y de la que yo destacaría únicamente su naturalidad, me parece tan sorprendente como para recibir un galardón, aunque quizá sus competidores no lo merecieran tanto como él.
En fin, que no está el cine actual como para echar las campanas al vuelo y se agradece la sencillez y honestidad de realizadores como Alberto Rodríguez, pero a uno le gustaría ver algo más que corrección en la gran pantalla, quizá historias que traspasen el límite de lo digno y dejen algo superior a un buen sabor de boca.
J C
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