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China China · Qingoco
Voto de Txarly:
9
Acción. Comedia Un expolicía de Chicago que se dedica a capturar forajidos recibe una oferta de cien mil dólares a cambio de encontrar a un contable que se ha fugado con dinero de la mafia. A primera vista, parece un trabajo sencillo, pero resulta que hay otro cazador de recompensas que busca al mismo individuo. (FILMAFFINITY)
4 de mayo de 2008
60 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es complicado ser duro y puntilloso con esta película. Cuando un argumento repetido hasta la saciedad y un desenlace que no entiende de copyrights te enganchan; una de dos, o estás fatal o la peli es cojonuda. Esta lo es. Los ochenta han pasado por mérito propio como la peor y más prolífica década de la Historia del Cine. Y entre tanta podredumbre, en raras ocasines me sorprenden obras como Huída a medianoche, en la que todos los tópicos ochenteros se muestran de la manera más natural: la banda sonora metida con calzador dependiendo de la emoción del momento, vestuarios extravagantes, coletillas en las frases, los previsibles giros del guión..., etc. Lo que ocurre en esta cinta es que absolutamente todo, todo, encaja de una manera tan natural, tan brillante y tan modesta que te parece mentira, porque los 80 son por derecho (como diría un gran crítico de esta página) la década de las pelis para empalmados.

El mejor Robert de Niro que recuerde (he visto todas) acompaña a un Charles Grodin en su mejor película. Los secundarios aportan solidez y crédito a la extravagante historia que nos cuenta Martin Brest. La psicología de los personajes principales adquiere una dimensión distinta al ofrecer al espectador las dos caras de la misma moneda sin recurrir al histrionismo o la exageración. El apelativo del duque es más un fondo que un nombre y De Niro encarna sin pretenderlo al ignorante siervo que siempre acompaña a su señor. Los papeles se invierten de manera divertida y no caen en la pedantería ni se recrean en ella. Posiblemente, crearan la mejor pareja de los ochenta.

Toparse con la humildad hecha cine es encontrar la aguja en el pajar, la fuente de la eterna juventud o el tesoro de Shangri-La. Un producto que no pretende más que entretener no suele superar su mediano listón, aspirando a recuperar lo invertido y que la plusvalía le conceda opciones en un futuro más próximo. Me repito en este punto porque en toda la extensa filmografía de los ochenta la pedantería, la estupidez y lo chabacano reinaron en productos como el que nos muestra esta película, estimable joya de la sencillez dónde la banda sonora, el humor, las interpretaciones, el ritmo y la puesta en escena merecen un análisis mucho más rico y detallado que el que he aportado aquí. Y es que me parece tan buena que no sé ni cómo explicarme...
Txarly
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