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Voto de pikyturiellos:
8
Drama Abu Shadi, de 60 años, vive en Nazareth, y es padre divorciado y profesor de escuela. Su hija se va a casar y Abu tiene que vivir solo hasta que su hijo, un arquitecto que vive en Roma desde hace muchos años, llegue para ayudarlo con la preparación de la boda. Como exige la tradición palestina local, tienen que entregar la invitación a cada invitado personalmente. Mientras padre e hijo, apenas unos desconocidos, pasan unos días juntos, ... [+]
26 de marzo de 2018
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wajib se desarrolla en Nazaret en la época actual. Eso podría hacernos pensar en el conflicto palestino-israelí llenando la pantalla, en sus múltiples vertientes, con tesis políticas, situaciones violentas, argumentaciones históricas para explicar la legitimidad de las acciones y las reivindicaciones del bando elegido. Podríamos pensar así porque con frecuencia es así, y además en ocasiones así se han confeccionado excelentes películas (verbigracia, “Los limoneros”). Pero no. En Wajib están presentes algunos elementos de “el conflicto” (lo contrario sería imposible; estupenda la secuencia del perro) pero el conflicto principal es el generacional, el que surge entre un padre y un hijo de la comunidad árabe cristiana de Nazaret. El primero, profesor de una escuela primaria, representa la tradición, el orgullo por lo local. El segundo, arquitecto emigrado a Roma que vuelve para la boda de su hermana, representa el cosmopolitismo, la apertura al mundo. Ambos nos conducen por las calles de la ciudad llevando las invitaciones de la boda de casa en casa mientras nos muestran personajes variopintos y discuten acerca del modo que cada uno tiene de ver la vida.
Unos pantalones rojos, la entrega o no de determinada invitación o una lona tapando una fachada, se convierten en elementos simbólicos muy potentes que Annemarie Jacir maneja con talento en la representación de la ruptura/reconciliación de los dos personajes principales. La continua presencia de la ausencia de un tercer personaje, también está muy bien tratada.
Su tono costumbrista, su absoluta falta de grandilocuencia, benefician un conjunto en que ninguna de sus partes resulta sobresaliente pero que logra ser consistente y agradable.
pikyturiellos
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