Haz click aquí para copiar la URL
España España · Murcia
Voto de Evol:
10
Intriga. Drama Japón, siglo XII. En Kioto, bajo las puertas del derruido templo de Rashomon, se guarecen de la torrencial lluvia un leñador, un sacerdote budista y un peregrino. Los tres discuten sobre el juicio a un bandido, acusado de haber dado muerte a un señor feudal y violado a su esposa. Los detalles del crimen son narrados desde el punto de vista del bandido, de la mujer, del señor feudal -con la ayuda de un médium- y del leñador, único ... [+]
21 de julio de 2011
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deslumbrante obra mayor de Kurosawa, Rashomon tiene la cualidad de trascender su propio contexto artístico funcionando como ilustre precedente, no ya de las vanguardias cinematográficas todavía en temprana fase de gestación, sino incluso de la post-modernidad más abiertamente militante. Se podrían hacer correr ríos de tinta alabando las virtudes de esta gran obra, pero toda descripción se quedaría corta ante la experiencia casi mística que constituye su contemplación.

Haciendo gala de una escrupulosa narración recurrente el autor consigue conjurar de forma casi palpable la materia de la que está hecha la mentira, introduciendo cada una de las versiones alternativas del suceso vertebrador del relato mediante prodigiosos planos fijos en los que la fisicidad de los cuerpos alcanza una dimensión casi arquetípica, erigiéndose como poderosas alegorías de las pequeñas y grandes miserias humanas. La cobardía, la estupidez, el orgullo, el miedo, la mezquindad, la hipocresía y el egoísmo van desfilando delante de los ojos del espectador que, de esta manera, se constituye en parte integrante del tribunal que enjuicia los hechos relatados gracias a un inteligente tratamiento elíptico. Por otra parte, toda la narración está impregnada de una sutil pero significativa corriente telúrica, que se explicitará con mayor intensidad en algunos momentos de la filmografía posterior del director, de manera que tanto el bosque (escenario viviente) como la lluvia (torrente purificador) adquieren una marcada entidad protagónica.

Pero si hay algo auténticamente sobrecogedor en esta obra es el profundo humanismo desplegado por su autor, característica que no le abandonará en ninguna de sus películas y que convierte a Kurosawa en una figura digna de veneración. El comportamiento humano y sus motivaciones, ya sean abyectas, ya sean encomiables, son objeto de disección y análisis aunque siempre bajo un generoso manto protector de aceptación a veces resignada, otras veces esperanzada, pero nunca recriminatoria. Así, el nihilismo recalcitrante mostrado por sus personajes no es compartido por el propio autor que, casi como divinidad reinante en el universo de su propia obra, los observa con generosa compasión sublimada mediante el bálsamo redentor de la emotiva escena de cierre, escena que en otras manos podría haber caído en lo grotesco, pero que aquí no es más que una contundente declaración de principios firmada por un maestro con mayúsculas.
Evol
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow