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España España · Asturias - Madrid
Voto de david:
7
Drama Anita G. es una joven de 22 años, que se traslada desde Alemania Oriental a la Occidental en busca de mayores expectativas de vida. Sin embargo su lugar de pertenencia más el hecho de ser judía harán que su adaptación sea imposible. Comenzará entonces a realizar actos de rebeldía, en contra de esa nueva sociedad y de las instituciones que la reglamentan. (FILMAFFINITY)
16 de octubre de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida, amena, con un sutil sentido del humor, cándida, pero enjundiosa, “Una muchacha sin historia” es una película que se disfruta sin esfuerzo. Al contrario que en buena parte de su filmografía posterior, Kluge opta por una historia lineal y fluida, donde, no obstante, ya puede verse la mano del peculiar director alemán.

Estéticamente atractiva, gracias también al papel de Alexandra, hermana del director, la película no esconde sus objetivos en una parábola como hará posteriormente con “Artistas”, mostrándose menos dura, pero igual de ingenua, que “Ocasional trabajo de una esclava”. Los mejores momentos de “Una muchacha” llegan en sus escenas de diálogo, como en la inicial del juicio, donde el director ironiza sobre el papel de la justicia y por ende, sobre sí mismo, jurista de profesión; la absurda entrevista de trabajo, o especialmente, la reunión con el profesor universitario, sátira del academicismo y la incomunicación.

En este sentido no puedo pasar la oportunidad de recomendar el visionado del programa de la televisión alemana que aparece en la caja “Integral Alexander Kluge”, donde se desarrolla una furibunda y alocada discusión entre el director, y otros profesionales del cine y del arte en un debate que llevaba por título “Cine y sociedad”. En él, podemos sorprendernos con la sobrecogedora erudición del director. Pero también con sus contradicciones, y su incondicional amor por el arte. Algunos de sus adversarios en el debate, ponen argumentos de peso sobre la mesa que ponen en solfa su propuesta artística, mientras que otros, escasos de argumentos y presos de la envidia, optan directamente, pero sin mirar a los ojos, por la descalificación personal. Kluge tampoco se queda corto y tras dos horas de polémicas termina concluyendo: “este debate solo puede tener éxito si dos personas de esta mesa son eliminadas”. Todo ello en un escenario de enternecedor humo marxista.

En fin, “Una muchacha sin historia” es una película muy interesante de un extraño director, cuyo trabajo incansable como productor en los 70 y su influencia en las altas esferas permitieron a otros jóvenes alemanes como Fassbinder o Herzog sacar adelante sus carreras.
david
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