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España España · Asturias - Madrid
Voto de david:
6
Drama Durante catorce años, Walt Disney (Tom Hanks) intentó sin descanso que la escritora australiana P.L. Travers (Emma Thompson) le cediera los derechos cinematográficos de su primera y más popular novela, 'Mary Poppins', que finalmente fue llevada a la gran pantalla en 1964. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2013
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si se quiere disfrutar de Al encuentro de Mr Banks hay que ir a la sala de cine con buenas intenciones y dejarse engañar un poco. Si acudimos con el ceño fruncido y con pocas ganas de emocionarnos, es mejor pasar. Esta película es puro Disney: todos los personajes tienen un gran corazón, aunque sean cascarrabias, alcohólicos o antisemitas.

Dicen que Walt Disney se repetía el siguiente discurso al levantarse de la cama: "Soy un líder, un pionero, soy uno de los grandes hombres de mi tiempo. Muchas más personas en el mundo conocen mi nombre que el de Jesucristo. He creado un universo. Mi fama sobrevivirá al tiempo". Alrededor del creador del imperio Disney siempre han circulado muchos rumores, unos más infundados que otros. No obstante, no parece que fuese un ejemplo en muchas de sus facetas. Pero quien esté libre de pecado, etc.

(...)

En nuestro caso, ni siquiera hemos visto Mary Poppins ni leído sus libros. Tampoco nos hemos sentido nunca demasiado cercanos al mundo Disney. Ni cuando éramos niños. Por lo tanto, llegamos a esta película sin ninguna predisposición emocional. Y una vez vista, podemos afirmar que nos hemos dejado engañar un poco…

Al encuentro de Mr. Banks tiene un aroma a clásico bienintencionado que se disfruta con facilidad. A ello ayuda un guión que no esconde en ningún momento sus objetivos: quiere emocionarnos, hacernos soñar y repescar ese niño que, dicen, todos llevamos dentro. (Por cierto, una de las guionistas de esta película se encarga de Cincuenta Sombras de Grey). Es una película honesta que desde el inicio muestra sus cartas. Si quieres entrar en ella, sabes que tienes que dejar a un lado los ceños fruncidos y olvidarte que la vida siempre tiene dos caras. Aquí, solo veremos una. La amable. La del Disney creador de un imperio que hizo soñar a millones de niños y adultos. O algo.

La película gira en torno a un recurso trilladísimo en el cine familiar: el corazón herido de una persona cascarrabias que esconde un pasado triste deberá ser ablandado por toda una corte de personajes bienintencionados. Aquí el cascarrabias es P.L. Travers, una escritora célebre por ser la creadora de Mary Poppins cuyas finanzas flaquean a principios de los 60 y da una oportunidad a Walt Disney para trasladar su personaje al cine.

El chófer, el abogado, los guionistas, los músicos, las secretarias, y el presidente del imperio Disney dedicarán todo el metraje a ablandar y redimir el corazón de Miss Travers. El recurso narrativo es tan insistente que asfixia la película. Este es el aspecto más negativo de Esperando a Mr. Banks.

No obstante, la cinta consigue algunos de sus objetivos. Y aunque no somos nada aficionados al uso de flashbacks en el cine, la infancia de la protagonista, gestionada narrativamente de forma certera, es la mejor parte de la historia a nuestro juicio. Esperando a Mr. Banks gana empaque a través de esta historia paralela y se nos hace más llevadero el cansino proceso de ablandamiento y camelo al que nos hemos referido más arriba.

Nos gusta el cine dentro cine, sí. Y esta película tiene mucho eso. Muchos críticos señalan esta parte como la más positiva de la película pero a nosotros nos resulta demasiado artificiosa, aunque esté basada en una historia verídica.

El trío de actores principales cumple con sus respectivos papeles. Emma Thompson está notable como P.L. Travers, Tom Hanks tira de oficio y ofrece algunos golpes de humor y un borracho soñador es un personaje que le viene como anillo al dedo a Colin Farrel.

Esperando a Mr. Banks requiere un importante esfuerzo del espectador, el esfuerzo de no esforzarse. Simplemente dejarse llevar. Y luego, probablemente, olvidar.

Lo Mejor: Aroma a buen clásico familiar. La historia de P.L. Travers niña en Australia.

Lo Peor: Exceso sentimental. El recurso narrativo de cascarrabias en proceso de ablandamiento emocional llega a irritar.

[crítica extraída de alucine.es]
david
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