Dante Lam, el más occidental de los directores orientales, vuelve con un nuevo thriller, plagado de acción, drama y misterio.

Quienes ya conoce a Lam saben que sus productos salen directos para vender al mundo, en un idioma universal sin demasiadas vueltas, ni códigos.

Tal cual ocurriera con Fire of Conscience, The Stool Pigeon, The Sniper o The Beast Stalker, volvemos a encontrarnos con un film dirigido con dureza, sin concesiones, y con personajes malos en serio.
La redención, dejar la vida por el otro, el amor a cualquier precio, son ideas comunes a todos sus filmes, tanto como lo son la acción, las armas y la venganza.

En este caso, la historia sigue al agente Jon, que recibe una bala en el cerebro y sobrevive. Decide buscar a su padre del que poco sabe y a su hermano al que hace rato no ve. Al llegar descubre que su hermano trabaja en una organización delictiva que obliga a una científica a cultivar un virus para destruir el mundo.

Una superproducción hongkonesa, que probablemente tenga en algunos años, una exitosa versión norteamericana.

Apta (recomendable) para todo tipo de público, y sin ser de lo mejor del director, aporta una buena jornada cinéfila.