El mundo de los snowboarders, o de los skaters, aparenta muchas veces superficialidad. Los jóvenes que lo practican, nos pueden parecer un poco descerebrados. El protagonista real de esta historia, se nos presenta como un joven rubio con sonrisa de anuncio, triunfador en su deporte, y aparentemente simplón. A raiz del accidente, ahondamos en su vida en un relato hecho por él mismo, sus familiares, y sus amigos. Se nos desvela como una persona con voluntad de hierro, tanto en su afán por ser el mejor del mundo en su deporte, como cuando le toca superar la cara amarga de los deportes de riesgo. El documental muestra a la persona, a la familia cohesionada, de fuertes principios, que sirve de apoyo mutuo en la adversidad. En los triunfos y en las malas horas, la familia está siempre apoyando. Los hermanos y los padres quieren al hermano y al hijo, lo de menos es el deportista de élite. La travesía de Kevin, se muestra con una cronología salpicada de visitas médicas, rehabilitaciones, contacto con otras personas que pasaron por lo mismo y sus familiares. Kevin mantiene siempre su humor, a veces negro. Interesante también la reflexión sobre la presión de los patrocinadores sobre los deportistas, que cada vez se ven forzados a arriesgar más.