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Voto de Francesca:
7
Drama Jean-Pierre es un abnegado médico de una zona rural de Francia que dedica su vida a atender a sus pacientes, del día a la noche, los siete días de la semana. Les cura, les atiende y les hace compañía. Pero un día el doctor cae enfermo, así que llega Nathalie, una médico del hospital de la ciudad, para ayudarle en su trabajo. (FILMAFFINITY)
4 de julio de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
RESUMEN
Jean-Pierre Werner (François Cluzet) es más que un médico rural, cura cuerpos y almas, tranquiliza, entiende, escucha. Pero cuando le llega la enfermedad, su vida da un vuelco y entenderá lo que significa abrirse y compartir, sobre todo con la llegada de Nathalie, su nueva ayudante.

COMENTARIOS
Qué bonito es enfermar y ser atendido por un médico con la devoción y delicadez de Jean-Pierre Werner (François Cluzet). En realidad, todos los doctores y adjuntos que aparecen en la película son extremadamente cercanos y cálidos. Qué gustito. A partir de esta buena materia prima se forja una historia sencilla: un médico enfermo se ve obligado a aceptar la ayuda en su trabajo de una doctora Nathalie Delezia (Marianne Denicourt).
Las reticencias iniciales son comprensibles, humanas, para dar paso a una mayor compenetración.

No hay trama real más que las que crean los propios personajes tan reales y auténticos. Y después está la enfermedad, como otro gran protagonista. La enfermedad nos hace más humanos, este sería el mensaje. Werner lidia con la enfermedad (reparar los “defectos” naturaleza), pero el asunto cambia cuando él mismo se ve aquejado de lo que hasta ese momento ha visto y curado en los demás. Werner se ve proyectado en el anciano agonizante, de ahí, más la promesa que le ha hecho, que no permita su hospitalización.

Los médicos tocan en esta película. Tocan en los dos sentidos: con el tacto y con la emoción.
Los pacientes se sienten escuchados y los doctores se sienten valiosos en su labor. Una simbiosis perfecta. Y lo que tienen en común los dos grupos (pacientes y médicos): alejar la dolencia, por lo menos en la medida de lo posible, porque –ya se sabe– nadie es inmortal.

Lo único que llama la atención es que en este medio rural los animales (como parte de la naturaleza, como ser vivo que por lo tanto sufre también) tengan tan poca consideración. ¿Quién se quedará con el perro del anciano, fiel compañero?

Bonita, entretenida, sin pretensiones y con emoción, sin caer en sentimentalismos.
Cluzet y Denicourt, muy bien.

http://www.francescaprince.com/blog/
Francesca
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