Ultimamente hemos visto en los periódicos y en los informativos de las televisiones una imagen a la que, incluso nosotros desde aquí, estamos empezando a acostumbrarnos. La fotografía de uno o varios cadaveres colgados del cuello desde lo alto de un puente es el pan de cada día en algunas zonas de México. La violencia que se genera en torno al narcotáfico es brutal. Venganzas, secuestros, torturas, tiroteos y corrupción policial relegan a México a un lugar que no se merece dentro de los informativos de medio mundo.
Una de las muchas posibles historias que hay detrás de cualquiera de estas imágenes es la que nos cuenta con desigual acierto la película de Gerardo Naranjo Miss Bala.
La protaginista de la historia es una joven mexicana que intenta mantener sus ilusiones pese a que su vida, junto a su padre y a su hermano pequeño, no es fácil. Una de estas pequeñas alegrías que se permite es la de presentarse junto con su mejor amiga a un concurso de belleza local, aun sabiendo que sus posibilidades son pocas. Una noche, estando de fiesta con su amiga en un local, presencia un tiroteo con varias victimas. Para evitar la muerte se ve obligada a delatar su identidad a los asaltantes, una banda de narcotraficantes de la zona. A partir de ese momento el jefe de la banda la introducirá a la fuerza en un mundo que le supera. Obligada a trabajar para la banda, para evitar que su familia sufra daño alguno, se verá envuelta en una sucesión de acontecimientos tan confusa como abrumadora, que nos dejá a los espectadores tan exhaustos como a ella misma.
Miss Bala es una película hecha desde la pasión y el nervio. La necesidad del director, Gerardo Naranjo, de acercarse a la realidad de su pais de forma directa y sin concesiones queda más que patente viendo la película. Miss Bala es una película muy física. Desde la notable presencia de su entregada protagonista, Stephanie Sigman, hasta algunas de las secuencias más violentas, donde la acción impacta directamente en el patio de butacas, Miss Bala es una historia que remueve al espectador, y que seguramente consigue llegar al lugar que se propuso el director al comenzar a rodarla.
Pero además de enérgica y verdaderamente potente en algunos momentos, Miss Bala también resulta una película excesiva, confusa, y que en su final se alarga, y se alarga hasta hacerse, pues eso, muy larga. Posiblemente el exceso de entusiasmo con el material que tenía entre manos le juega una mala pasada en su labor como guionista. La sucesión de acontecimientos resulta a veces atropellada, dando lugar a una vulgaridad narrativa que empaña otros méritos que pudiera tener la película.
Al final, al último final, afortunadamente Gerardo Naranjo es consecuente con la historia que está contando, y evita culaquier atisbo de optimismo. Cualquier solución al problema se encuentra todavía muy lejos del presente. Y Miss bala nos lo deja bien claro, aunque se pierda por el camino.