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España España · Pontevedra
Voto de Strider:
7
6,7
1.071
Documental Apartados y lejos de la sociedad en un apartamento en el Lower East Side de Manhattan, los hermanos Angulo aprenden sobre el mundo exterior a través de las películas que miran. Apodados "The Wolfpack", los hermanos pasan su infancia recreando sus películas favoritas con elaborados accesorios caseros y vestuarios. Su mundo se sacude cuando uno de los hermanos se escapa y todo cambia. (FILMAFFINITY)
12 de enero de 2016
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una americana crítica con la sociedad se enamora de un peruano en un viaje por Sudamérica, juntos se mudan a un barrio pobre de Nueva York y fracasan en su intento de conseguir dinero para comenzar una nueva vida. Entre tanto, inician en el apartamento un proyecto familiar que les dará siete hijos -una chica y seis chicos-. Deciden protegerlos de la sociedad y de su entorno inmediato, un vecindario peligroso. Eligen educarlos en casa, y el padre se torna en dictador doméstico idealista y ácrata que recela del mundo y los confina a todos en el apartamento, excepto contadas veces al año. Un padre que les inicia en las películas en vídeo, elemento que se convertirá en una parte central de su vida, y su principal medio de relación con el mundo. Y así más de una década, casi quince años, hasta que uno de los chicos se aventura más allá del portal e inicia un cambio irreversible en la familia.

El documental es tanto la historia de la familia, como la historia de amor de los chicos con el cine, y se mueve en un terreno fascinante a medio camino entre el melodrama familiar, la comedia naif, y el cine de aventuras y autosuperación, y de alguna manera logra tanto cumplir como quedarse a medio gas, la sensación de no saber muy bien qué quiere decir la directora con todo ésto que expone es al a vez una debilidad y una fortaleza.

Grabado y montado con un estilo moderno de saltos temporales y cámara en mano, busca la emoción y lograr la empatía con los chavales, más que indagar en las causas y las consecuencias de unos eventos concretos. Pasa de puntillas por la relación matrimonial, el tema del confinamiento, el maltrato del padre -figura que sobrevuela todo el documental pero apenas aparece aquí y allá- para acompañar a los chicos en su descubrimiento e interacción con el mundo, chavales que a la vez se muestran como alienados por la pantalla hasta el punto de salir vestidos a la calle de "reservoir dogs", de copiar y hacer suyos gestos, frases y actitudes de la pantalla, de comparar todos los eventos de su vida con películas - sentirse fuerte y capaz como Batman, salir enmascarado a la calle como el asesino de un slasher, la estancia en un psiquiátrico como Alguien voló sobre el nido del cuco...-, pero a la vez son capaces de transfigurar la pantalla y devolverla a la vida con la ilusión y fascinación propias de un niño, les vemos experimentarla con la misma emoción con la que descubren la playa o el campo. En definitiva, el documental es menos la historia familiar y más un canto a la obsesión y el amor por la imagen fílmica, huyendo de lidiar con cuestiones filosóficas o sociales.

Para el que lo haya visto, recomiendo que busque en la red el vídeo “The Wolfpack Goes To Hollywood” pequeño extra a modo de de continuación donde vemos a los chicos, ya convertidos en personajes de sí mismos, interactuando con directores de cine. Impagable ese comienzo con William Friedkin aconsejando con cierta sorna “no os mudéis a Hollywood porque os joderá completamente. En serio”.
Strider
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