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Voto de TOM REGAN:
5
6,8
19.873
Drama
Se centra en la vida de Molly Bloom, una esquiadora de talla mundial que llegó a ser millonaria antes de los 21 años. Tras perderse los Juegos Olímpicos, Molly se trasladó a vivir a Los Ángeles, donde incluso trabajó de camarera. Gracias a su inteligencia y sus dotes empresariales, la joven acabó ganando millones de dólares organizando partidas póker antes de que el FBI la investigara. (FILMAFFINITY)
18 de septiembre de 2018
16 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
194/08(13/09/18) Muy irregular debut en la dirección del neoyorkino Aaron Sorkin, un drama criminal por supuesto escrito por el realizador (y se nota) basándose en las memorias homónimas de Molly Bloom, el relato sigue a la protagonista, que se convirtió en el objetivo de una investigación del FBI sobre el imperio subterráneo del póker que dirige para celebridades de Hollywood, atletas, magnates de negocios y la mafia rusa. The Mark Gordon Company compró los derechos de adaptación cinematográfica de las memorias, sobre una joven de 26 años detrás de las más exclusivas timbas de póker, Gordon contrató a Sorkin para la adaptación. El aclamado guionista vuelca sus señas de identidad en el libreto, marcas que dejó en series como “The west wing”, “Studio 60”, o “The Newsroom”, o en films (estos, curiosamente todos adaptaciones de libros como “The Social Network”, “Moneyball” o “Steve Jobs”, radiografiando con ansias psicológicas las interioridades de personajes de éxito pero poliédricos en sus matices (a Zuckerberg lo redujo a un resentido por la pareja que lo abandonó; y a Jobs a un egocéntrico cuasi- silopsista) , líderes con trasfondo de aristas, y sobre todo en el estilo “talking” (sobre-excesivo), donde prima sobre todo las conversaciones, diálogos afilados y veloces, en un fluir continuo, que cuando no hablan entre sí personajes lo hace la (machacona) voz en off de la protagonista, sobre-explicando lo que ya estamos viendo, quizás por falta de seguridad en lo que cuenta el director. Posee un arranque atractivo cuasi-cautivador, trepidante en cómo se describe en primera persona la protagonista desde su infancia, de cómo evoluciona desde las pistas de nieve bajo el cobijo paterno (proteccionista) del padre, a independizarse, en un clásico auge y caída, por el mundo de las partidas de alto standing de póker. Pero todo se va desinflando a medida que avanza, pierde fuelle con el paso de los minutos, un metraje alargadísimo para lo que cuenta de casi dos horas y media, donde además el personaje de Molly me llega frío, distante, impermeable, no me lo creo, y eso termina por darme igual lo que le pase, si la condenan o sigue luciendo modelitos a cual más “chic”. Y es que me queda la impresión que Sorkin ha estado demasiado complaciente con la verdadera Molly Bloom (aunque bellísima Jessica Chastain, escogida personalmente por la verdadera Molly), no queriendo molestarla, pues se nota todo demasiado aséptico, me llega una personalidad acartonada, la vemos sin amigos, sin novietes, sin amantes, asexual y asentimental, es como si Sorkin la hubiera metido en una burbuja para la cinta. Le valió a Chastain una (sobrevalorada, el listón de la actriz está mucho más alto) nominación al Golden Globe como Mejor Actriz de Drama, mientras que Sorkin obtuvo nominaciones para su guión en los Oscar, los Globos de Oro, los Premios del Gremio de Escritores de América y los Premios BAFTA.
La estructura narrativa va en dos niveles, por un lado el presente visto principalmente en los encuentros de Molly con su abogado, y en el otro con los flash-back que cuentan la vida de ello. Teniendo un inicio centelleante que deslumbra y hace presagiar buenos momentos, ello en un prólogo en que vemos a la protagonista en uno de sus días más ilusionantes, y a la vez más tristes en las pistas de esquí, para luego en un montaje eléctrico contarnos el ascenso a “madame” de las cartas, desde camarera a Diosa Circe (como ella bien dice) en Nueva York, codeándose por el camino con celebrities, con millonarios, con mafiosos. La cinta cuando llega al microuniverso del póker despliega todo tipo de lenguaje técnico y de gráficos sobreimpresionados para hacernos sentir en inmersión en este submundo, ello con exceso de sobre-explicaciones, con exceso de verborrea de terminología, con exceso de psicología en estratagemas, con exceso de información sobre cómo organiza las partidas, con exceso de subrayados, y es que las partidas de póker se convierten un McGuffin, pues no tiene importancia orgánica en la historia, da igual hubieran sido dados, un bingo o la ruleta rusa, pues lo que quiere mostrar Sorkin es un estudio de personalidad de la protagonista, y esta nunca juega a las cartas es mera y simple organizadora, da igual hubiera organizado carreras de coches, con lo que nunca sientes tensión o intensidad alguna en ninguna partida, pues todo se siente un entretenimiento trivial de ricachones. Hace el director nos convirtamos en espectadores fríos de cómo las clases altas (aburridas) pasan su ratos gastando fortunas de modo indecente.
Este análisis de personalidad de Molly me resulta un bluff absoluto, su evolución me resulta poco clara, en base a elipsis difusas, saltos de situaciones a otras poco racionales rascando un poquito, ejemplo es como ella sola organiza las partidas sin tener algún guardaespaldas que vigile las partidas, o de dónde saca el dinero para organizar las (costosas) partidas. Y es que se nota el halo buenista con que Sorkin cubre a Molly, ejemplo escomo pasa de puntillas por su adicción a las drogas, mostrado de modo banal, cual exceso sin importancia, dice que las ha dejado, pero no se muestra como lo ha hecho, se ve una mujer bellísima (lo es la real también), joven, con Don de la simpatía, pero sin embargo siempre está sola, sin amigos, sin pareja, como he dicho arriba es una delineación higienizada de la que es su verdadera vida, pues tampoco me creo que estos mafiosos rusos entraran en sus partidas sin querer hacer algún chanchullo con ella, el FBI no creo que la acusara de un modo tan tibio sin pruebas.
Lo bueno (no todo es malo) son los picos de la relación chispeante entre la actriz Chastain y su abogado encarnado por un siempre magnético Elba, con una compenetración y química radiante en cada entente, enriquece cada momento juntos la cinta: Jessica Chastain como Molly Bloom resulta una presencia estimulante, desborda la pantalla con su belleza,… (sigue en spoiler)
La estructura narrativa va en dos niveles, por un lado el presente visto principalmente en los encuentros de Molly con su abogado, y en el otro con los flash-back que cuentan la vida de ello. Teniendo un inicio centelleante que deslumbra y hace presagiar buenos momentos, ello en un prólogo en que vemos a la protagonista en uno de sus días más ilusionantes, y a la vez más tristes en las pistas de esquí, para luego en un montaje eléctrico contarnos el ascenso a “madame” de las cartas, desde camarera a Diosa Circe (como ella bien dice) en Nueva York, codeándose por el camino con celebrities, con millonarios, con mafiosos. La cinta cuando llega al microuniverso del póker despliega todo tipo de lenguaje técnico y de gráficos sobreimpresionados para hacernos sentir en inmersión en este submundo, ello con exceso de sobre-explicaciones, con exceso de verborrea de terminología, con exceso de psicología en estratagemas, con exceso de información sobre cómo organiza las partidas, con exceso de subrayados, y es que las partidas de póker se convierten un McGuffin, pues no tiene importancia orgánica en la historia, da igual hubieran sido dados, un bingo o la ruleta rusa, pues lo que quiere mostrar Sorkin es un estudio de personalidad de la protagonista, y esta nunca juega a las cartas es mera y simple organizadora, da igual hubiera organizado carreras de coches, con lo que nunca sientes tensión o intensidad alguna en ninguna partida, pues todo se siente un entretenimiento trivial de ricachones. Hace el director nos convirtamos en espectadores fríos de cómo las clases altas (aburridas) pasan su ratos gastando fortunas de modo indecente.
Este análisis de personalidad de Molly me resulta un bluff absoluto, su evolución me resulta poco clara, en base a elipsis difusas, saltos de situaciones a otras poco racionales rascando un poquito, ejemplo es como ella sola organiza las partidas sin tener algún guardaespaldas que vigile las partidas, o de dónde saca el dinero para organizar las (costosas) partidas. Y es que se nota el halo buenista con que Sorkin cubre a Molly, ejemplo escomo pasa de puntillas por su adicción a las drogas, mostrado de modo banal, cual exceso sin importancia, dice que las ha dejado, pero no se muestra como lo ha hecho, se ve una mujer bellísima (lo es la real también), joven, con Don de la simpatía, pero sin embargo siempre está sola, sin amigos, sin pareja, como he dicho arriba es una delineación higienizada de la que es su verdadera vida, pues tampoco me creo que estos mafiosos rusos entraran en sus partidas sin querer hacer algún chanchullo con ella, el FBI no creo que la acusara de un modo tan tibio sin pruebas.
Lo bueno (no todo es malo) son los picos de la relación chispeante entre la actriz Chastain y su abogado encarnado por un siempre magnético Elba, con una compenetración y química radiante en cada entente, enriquece cada momento juntos la cinta: Jessica Chastain como Molly Bloom resulta una presencia estimulante, desborda la pantalla con su belleza,… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... pero lo malo es que cuando no es exigida por Idris resulta muy plana, quizás por culpa de la esterilización con que está escrito su rol, esto repercute en que cuando quiere conmovernos (esto sobre todo en dos momentos: uno con su padre en el parque y el otro cuando defiende a Idris que el motivo por el que no quiere declararse culpable), y llegados al clímax de la sentencia me da lo mismo la declaren inocente o culpable; Idris Elba interpreta al letrado Charlie Jaffey, nadie como él ha sabido dotar de elegancia el andar con las manos metidas en los bolsillos, extraordinario su carisma (y cuando no?), su cautivadora oratoria, apoteósico en su soliloquio encendido a los fiscales.
Lo otro bueno es la construcción en modo síntesis de algunos personajes secundarios, mejor delineados que la protagonista, con arquetipos jugosos, desde triunfador, el perdedor, el borrachín, el tahúr, etc: Me ha encantado Bill Camp encarnando a Harlan Eustice, un experto jugador que una noche entra en crisis mental y es arrollado por circunstancias mentales que no es capaz de controlar, excelente su corta pero sustanciosa actuación, un actor para ensalzar; Michael Cera como el Jugador X, actor de Hollywood arrogante, manipulador, depredador que gusta de humillar, bien el actor con flema y sonrisa de hielo. Personaje inspirado en aparentemente amalgama de Tobey Maguire y Matt Damon, con trazas de Leo DiCaprio y Ben Affleck para sazonar; Chris O’Dowd como Douglas Downey, tipo viscoso, siempre en estado de embriaguez, siempre con una cita cinéfila en la boca, siempre se queda al terminar las partidas para hablar con su amor platónico Molly, muy buena actuación, transmitiendo patetismo; Brian d’Arcy James como el manta Brad, alegre perdedor juega para tener contactos, notable su interpretación; Y está un excelente Kevin Costner como Larry Bloom, padre de Molly, rígido progenitor, demuestra carácter regio, temple, empatía instantánea, pero se nota un rol cortado a medida para apoyar una excusa al comportamiento de la hija, y con ello por supuesto se llega al sentimentaloide encuentro en el parque, muy bien escrita la sesión de terapia exprés, pero muy artificiosa, además este entente final resta fuerza al mensaje de empoderamiento femenino, pues todo queda reducido a resentimiento hacia el padre.
Es una cinta que rezuma nula profundidad, tallada a modo de viñetas regularmente cosidas, con grandes dosis de ingenuidad, sin escenas para recordar, sin pizca de crítica hedonista en el que se mueve la protagonista, hace que todo sea un ejercicio de reduccionismo a fábula moral simplista, sobre mantener la dignidad has el final, ello sostenido en elementos poco sólidos (siendo benévolos), regado el desarrollo con recursos maniqueistas edulcorados, ello coronado por el clímax en la vista del juicio anticlimática, no me mueve a reacción alguna, de una condescendencia que roza lo almibarado, además se suma una carencia absoluta de Sorkin en racionar sus jugosos diálogos y oratorias, es un torrente infinito que al principio apasiona pero al no parar cansa; Como también defecto es personajes entran con fuerza (Harlan, Jugador X, Douglas, etc), y salen por la puerta de atrás, cual coitus interruptus.
Por supuesto su puesta en escena es elegante, con cuidada elegante diseño de producción de David Wasco (“Kill Bill I” o “Malditos bastardos”), rodándose en Canadá (Collingwood- Ontario; Toronto), y en USA (Park City-Utah para las escenas de ski olímpico; NYC); todo esto filtrado por la exquisita cinematografía de Charlotte Bruus Christensen (“La caza” o “Un lugar tranquilo”), con una intenso uso de la iluminación; pero lo que más sobresale (bajo mi modesto punto de vista) es el sibarita vestuario que utiliza sobre todo Jessica Chastain, cada escena un modelito, llegando a parecer una pasarela en su honor, creado por Susan Lyall (“Efectos secundarios” o “RIPD”)
En conjunto me queda un monocorde film, que me ha dejado ataráxico. Fuerza y honor!!!
Lo otro bueno es la construcción en modo síntesis de algunos personajes secundarios, mejor delineados que la protagonista, con arquetipos jugosos, desde triunfador, el perdedor, el borrachín, el tahúr, etc: Me ha encantado Bill Camp encarnando a Harlan Eustice, un experto jugador que una noche entra en crisis mental y es arrollado por circunstancias mentales que no es capaz de controlar, excelente su corta pero sustanciosa actuación, un actor para ensalzar; Michael Cera como el Jugador X, actor de Hollywood arrogante, manipulador, depredador que gusta de humillar, bien el actor con flema y sonrisa de hielo. Personaje inspirado en aparentemente amalgama de Tobey Maguire y Matt Damon, con trazas de Leo DiCaprio y Ben Affleck para sazonar; Chris O’Dowd como Douglas Downey, tipo viscoso, siempre en estado de embriaguez, siempre con una cita cinéfila en la boca, siempre se queda al terminar las partidas para hablar con su amor platónico Molly, muy buena actuación, transmitiendo patetismo; Brian d’Arcy James como el manta Brad, alegre perdedor juega para tener contactos, notable su interpretación; Y está un excelente Kevin Costner como Larry Bloom, padre de Molly, rígido progenitor, demuestra carácter regio, temple, empatía instantánea, pero se nota un rol cortado a medida para apoyar una excusa al comportamiento de la hija, y con ello por supuesto se llega al sentimentaloide encuentro en el parque, muy bien escrita la sesión de terapia exprés, pero muy artificiosa, además este entente final resta fuerza al mensaje de empoderamiento femenino, pues todo queda reducido a resentimiento hacia el padre.
Es una cinta que rezuma nula profundidad, tallada a modo de viñetas regularmente cosidas, con grandes dosis de ingenuidad, sin escenas para recordar, sin pizca de crítica hedonista en el que se mueve la protagonista, hace que todo sea un ejercicio de reduccionismo a fábula moral simplista, sobre mantener la dignidad has el final, ello sostenido en elementos poco sólidos (siendo benévolos), regado el desarrollo con recursos maniqueistas edulcorados, ello coronado por el clímax en la vista del juicio anticlimática, no me mueve a reacción alguna, de una condescendencia que roza lo almibarado, además se suma una carencia absoluta de Sorkin en racionar sus jugosos diálogos y oratorias, es un torrente infinito que al principio apasiona pero al no parar cansa; Como también defecto es personajes entran con fuerza (Harlan, Jugador X, Douglas, etc), y salen por la puerta de atrás, cual coitus interruptus.
Por supuesto su puesta en escena es elegante, con cuidada elegante diseño de producción de David Wasco (“Kill Bill I” o “Malditos bastardos”), rodándose en Canadá (Collingwood- Ontario; Toronto), y en USA (Park City-Utah para las escenas de ski olímpico; NYC); todo esto filtrado por la exquisita cinematografía de Charlotte Bruus Christensen (“La caza” o “Un lugar tranquilo”), con una intenso uso de la iluminación; pero lo que más sobresale (bajo mi modesto punto de vista) es el sibarita vestuario que utiliza sobre todo Jessica Chastain, cada escena un modelito, llegando a parecer una pasarela en su honor, creado por Susan Lyall (“Efectos secundarios” o “RIPD”)
En conjunto me queda un monocorde film, que me ha dejado ataráxico. Fuerza y honor!!!