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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
7,1
9.058
Animación. Aventuras. Drama. Fantástico Historia muda sobre un náufrago en una isla tropical desierta, poblada de tortugas, cangrejos y aves. La película cuenta las grandes etapas de la vida de un ser humano. Debut en el largometraje del animador Michael Dudok de Wit (ganador del Oscar por su cortometraje "Father and Daughter"). Una coproducción de varias productoras francesas y el Studio Ghibli. (FILMAFFINITY)
22 de septiembre de 2017
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
200/10(16/09/17) Sensible, onírica y conmovedora (a ratos) propuesta en formato animación 2D dirigida por el holandés Michael Dudok de Wit, que debuta en un largometraje a sus 64 años, aunque ya ganó un Oscar por el cortometraje “Padre e hijo” (2000). Cinta arriesgada y valiente, pues hacer un film de animación tradicional y que sea mudo, solo adornado por la música y los sonidos cinegéticos es atreverse mucho, el poder de la imagen lo narra todo. Tras el mencionado Oscar el realizador tulipán recibió un importante correo del aclamado Studio Ghibli, con dos peticiones; la primera, permiso para distribuir su cortometraje Padre e hija en Japón; La segunda, una oferta para trabajar en su estudio con la posibilidad de dirigir su primer largometraje, hasta ahora solo tenía en su haber la realización de cuatro cortometrajes. De esta manera, la idea de un hombre en una isla desierta que llevaba rondando la mente del director holandés desde hacía un tiempo, empezó a rodar, y así nació “La Tortuga Roja”. Diez años de esfuerzos ha empleado Dudok de Wit para realizarla, en lo que es una fábula de tintes surrealistas en que se hace un fresco sobre el ciclo de la vida, sobre la fugacidad de la misma, sobre la difícil (por la brutalidad en modo albedrio) pero necesaria comunión entre los humanos y la omnímoda Naturaleza, en lo que es un relato con claras influencias a la obra de Daniel Defoe “Robinson Crusoe” (1719). Una emotiva narración para adultos, con picos de te tocan la fibra emocional, ello enmarcado en dibujo simple, diáfano, mostrando no la típica isla paradisiaca, sino un lugar inhóspito minimalista, donde es difícil encontrar comida, y donde la desesperación del protagonista será crucial para despertar el interés ambiguo de la historia. Fue nominada al Oscar a mejor film de animación, perdió en favor de “Zootropolis”.

El inicio ya marca el tono de la película, con un náufrago en medio de una tormenta en el océano, mecido cual pluma por las gigantescas olas, marcando el como la Naturaleza es un Dios que juega con los humanos a su antojo, y de como el hombre intenta sortear su furia en pos de su supervivencia. Muy bien mostrado el comportamiento natural del náufrago, primero explorando la isla con curiosidad y luego intentando salir de allí, y al final teniendo que adaptarse a su situación. Donde el director nos enseña una ínsula agreste, donde el protagonista se expresa con gestualidad cognitiva, sus emociones afloran con fluidez, ello mostrado con detallismo ecológico, con matices, con dimensión trágica. Una obra para adultos de mucha contemplación, de gran simpleza en su argumento, pero que encierra una subtexto profundo sobre el afán de supervivencia, sobre como los humanos estamos hechos para amoldarnos a cualquier situación, sobre como la imaginación te puede distorsionar y a la vez hacerte llevadera una desgracia.

El director se apoya en una visualidad muy lírica, acunándose en el mundo de los sueños, allí donde la realidad puede ser sugestionable hasta hacernos ver lo que queremos, lo que nos de esperanza por seguir, donde el amor se maneja a modo de válvula de escape ante la frustración personal, derivando en que la isla se convierte en un especie de Edén donde Adán ha encontrado su particular Eva, un Paraíso perdido donde los humanos convivirán en compleja fraternidad con la naturaleza, lugar anclado en el tiempo y el espacio, donde la rueda del tiempo no para y hace nido se quede vacío, ante las ansias aventureras innatas a los humanos. Un relato clásico de descubrimiento personal que arranca abordando la supervivencia, rebosante de onirismo con mucho simbolismo críptico, ello embestido de melancolía, esperanza, belleza, que en un momento dado, tras el triste encuentro del protagonista con una tortuga, cruza la línea hacia la fantasía mágica, iniciándose entonces un giro hacia la aceptación del escenario, el “amor” entre un Humano (epítome de todos) y un espíritu de la Naturaleza, y arranca el ciclo de la vida, el acercamiento al mor, la procreación, el nacimiento de un nuevo ser, el criarlo, el amor de padres, la juventud del hijo que da con el mencionado nido vacío, la vejez en pareja y al final…, en lo que es una reflexión sobre el inexorable y lapidario paso del tiempo, todo relatado con delicadeza, y un humor muy fino y aséptico.

Posee una visualidad especial, original en sus tonalidades de acuarelas cuasi Van Goch en su evidente trazo impresionista, donde sólo la balsa y tortugas se animaron digitalmente, fondos hechos difuminándolos con la palma de la mano, artesanía parecida a la del carboncillo, lo que proporciona unas características texturas móviles y granuladas, ello con muchos planos generales que empequeñecen al humano ante la infinita Naturaleza (la tormenta, la balsa, el tsunami,…), tratando con mimo muchos recursos estéticos como el mecido de las plantas, el epidérmico sol, las bandadas de aves de paso, o los cangrejos como elementos de slapstick, con cromatismos suaves, creando postales de gran beldad, ello sin sobreexplotar de modo idealizado la beldad edénica, pero si dejando destellos oníricos (el puente de madera, la orquesta, la tortuga levitando, el vuelo de la pareja y la ola suspendida). Esto combinado con la música no intrusiva creada por Laurent Perez del Mar (“Zarafa”), acompaña con dulces de melodías con las imágenes, aportando pesadumbre climática, y esto en miscelánea con los sonidos ambientales fruto del buen hacer del editor de sonido Sébastien Marquilly (“El secreto de la isla de Kells”) y el mezclador de sonido Fabien Devillers (“El secreto de la isla de Kells”), que funden los sonidos naturales con el score de modo indisoluble, haciendo esta conjunción sea vital para el entendimiento y fluir del relato, ejerciendo de narrador omnisciente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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