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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
4
Acción. Drama Película basada en las memorias del doble de Uday Hussein, hijo del dictador de Irak Saddam Hussein, que relata cómo se vio obligado a integrarse en la vida del clan Hussein en el país islámico. (FILMAFFINITY)
18 de julio de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
11(09/01/13) Basada en hechos reales discutibles novelados por el propio protagonista, Latif Yahia, el realizador neozelandés Lee Tamahori nos ofrece un film sin más sustancia que su punto de partida, por otro lado nada original, el resta es rellenar minutos con situaciones forzadas y artificiosas, un akelarre de excesos que buscan impresionar al espectador pero sin darnos un fondo, si no un mensaje bastante superficial sobre la corrupción del poder.
Estamos a mediados en la Irak gobernada con puño de hierro por el dictador Sadan Hussein, Latif Yahia (histriónico Dominic Cooper) es un militar que tiene la desgracia de parecerse físicamente a Uday Hussein (hiperhistriónico Dominic Cooper), es el cruento hijo del tirano, Uday decide obligarle a que se haga pasar por su doble en las situaciones comprometidas, si no su familia será asesinada, así pasa a pasar largas jornadas con el sociópata Uday, este campa a sus anchas por el país causando todo tipo de tropelías, borracheras, drogas, violaciones, asesinatos, orgias y demás villanías causa, Latif tiene la simpatía de Uday, comparte sus lujos y decadencia, pero se siente asqueado de está sádica vida, entrando en una espiral de terror y amoralidades.
La cinta posee un arranque interesante en la presentación de personajes y de la historia, pero a la media hora el argumento se vuelve se vuelve vago, redunda una y otra vez en lo malo que es Uday y en los intentos por escapar de Latif, los personajes no evolucionan, son los mismos al empezar que al acabar, son más planos que los pechos de la Knightley, llega a dar la impresión que el relato no sabe a dónde va, dando lugar a situaciones dantescas y que se zambullen en el ridículo. No sabe si es una cinta de acción, un drama social, una crítica al poder, la indefinición marca a fuego esta aparatosa propuesta. Todo el impacto y pretendida fuerza se porfía a un puñado de escenas de violencia y sexo, donde no pueda llegar su insípido guión que llegue el morbo. Su metraje se excede en mucho para lo que cuenta llegando a caer en el tedio. Además, no hay secundarios de enjundia, ninguno tiene peso, son meros floreros. Tampoco tiene mucho valor como retrato de un país asfixiado por el sátrapa pues solo vemos al Monstruo de hijo moverse entre opulencia y las clases altas, el resto es un paisaje tan lejano que no se atisba si la nación vive bien o no.

La historia contrapone dos personalidades opuestas, un Diablo y un Ángel, esta es la visión que da el protagonista, se pinta a sí mismo, Uday, como ser bueno, honesto, oprimido, error! Primero porque es nada creíble que no se aprovechará un poquito de su posición, y siguiente que si le pusieran alguna arista tendría algo de empatía pues lo que queda es un ser bastante lineal, así como la relación con su némesis está vagamente estructurada. Asimismo el romance que tiene con Sarrab (inane Ludivine Sangier) es expuesto de modo torpón.
Solo hay un actor que mencionar, es Dominic Cooper amo y señor de los dos roles, nunca me han atraído las historias de gemelos, o personas muy parecidas, resultan nada creíbles, aquí la papeleta de la diferencia se salva con una dentadura postiza, las interpretaciones no las salva ni Perry Mason, para hacerlas antagonistas se hunde en la caricatura, el bueno es un buenazo que se comporta incoherentemente, el malo es un guiñol sobreactuado, una caricatura hiperbólica que ansia transmitir maldad sibilina con una sonrisa pícara, recurso de preescolar de actor, da grima ver sus formas caóticas e hipernerviosas, cuanto más pasado de vueltas mejor parece ser su lema, no entiendo a los que les ha maravillado esta actuación.

La puesta en escena es lo mejor de la película, una recreación meritoria de los círculos en los que se mueven los dos. Pero el mayor enemigo que tiene la narración no se puede salvar, es que tiene poco que contar, como bien he leído poco aporta a lo que dijo el historiador inglés John Emerich Edward Dalberg Acton <El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente>, queda nítido a los 20 minutos, el resto es más y más, una huida hacia adelante con un desarrollo bastante inverosímil, con lagunas y agujeros argumentales que me niego a mencionarlos, sería darle importancia a este producto insatisfactorio.
En conjunto una olvidable cinta que nada deja y nada deja, en batiburrillo de desproporciones que no llenan un ápice el vacío que deja su visión. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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