Haz click aquí para copiar la URL
España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
9
7,8
8.097
Documental Tras el golpe de estado militar de 1965, el general Suharto ocupó el poder en Indonesia. A continuación llegó el genocidio: miles de comunistas, reales o presuntos, fueron asesinados por los escuadrones de la muerte indonesios. Unas décadas después, se les pide a dos de los más sanguinarios mercenarios de la época -ellos se hacían llamar "gángsters"-, Anwar Congo y Herman Koto, que participen en una película en la que recreen los ... [+]
5 de marzo de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
35/18(23/02/14) Impactante y escalofriante documental realizado por Joshua Openheimer, Christine Cynn y un anónimo indonesio, sutil en no enseñar sangre, ni un solo muerto, nos abre las carnes el relato de estos vanidosos carniceros. Está producido entre otros por el alemán Werner Herzog que dijo cuando lo vio <No he visto nunca una película tan potente, surreal y terrorífica en al menos una década>. El escenario es Indonesia, allí se dirigió Oppenheimer a realizar un documental sobre el genocidio que se produjo en el país entre 1965 y 1966, tras el derrocamiento de Suharto al presidente comunista Sukarno, el dictador purgó a una cifra indeterminada de comunistas, van del medio millón a los 2’5 millones de personas, este holocausto fue llevado en gran parte por milicias paramilitares que metían en el saco de comunistas a todo opositor, intelectual, agricultor, chino y más posibles rivales, con el visto bueno de las potencias occidentales que se estaban en plena Guerra Fría. Comenzó el rodaje hace siete años, casi 50 años después poca cosa ha cambiado en la nación asiática, los vencedores siguen en el poder, y su ansiada recopilación de testimonios de los que sufrieron la masacre se encontró con múltiples dificultades, así que cambió el rumbo de su trabajo al darse cuenta que los sicarios o gánsteres, como gusta llamarse, campan a sus anchas, en total impunidad, siendo héroes locales venerados, que aún hoy se jactan de sus asesinatos. El documental tiene 2 versiones, la comercial de 115 minutos, y la versión extendida con 159 minutos, es esta última la que comentaré.

El director se fija en Anwar Congo, anciano de imagen tierna que se vanagloria de haber matado a más de 1000 personas, fue uno de los fundadores de la más grande milicia indonesia, Pemuda Pancasila (organización tiene a ministros en el gobierno), un escuadrón de la muerte sanguinario. Llama la atención de que en sus orígenes Anwar junto a su amigo Adi Zulkadry eran delincuentes en Medan (Sumatra del Norte) dedicados a la reventa de entradas para el cine americano (a las que Anwar es un aficionado, sus ídolos son John Wayne, Elvis Presley y Al Pacino), de gran demanda, llegaron los comunistas al poder y las cintas estadounidenses se cortaron, derivando en el cabreo de Anwar y compañía, por supuesto lo más ‘normal’ es que si luego el entrante dictador les conmina a eliminar a comunistas estos lo hagan encantados, autodenominándose gangsters, palabra que ellos traducen como ‘Hombre Libre’, término con el que se trataba a los piratas en Indonesia. También es protagonista un tipo orondo, Herman Koto, un cuasi-Falete, un admirador de las ‘gestas’ de Anwar, estrafalario hombre que se deleita travistiéndose cual Carmen Miranda.

Oppenheimer tras charlar con algunos de los genocidas y saber de su afición por el cine les propone un retorcido juego, hacer una película sobre sus ‘hazañas’, prepararan un casting para representar ante las cámaras sus barbaridades, en un tono de serie z, los asesinos rememoraran sus matanzas, con estilo revoltijo de géneros que estos desequilibrados más degustan, el cine negro de gangsters y el musical, convirtiéndose el documental en una especie de making-off de este supuesto atroz film, surcado de confesiones desgarradoras de muchos de los que participaron, salvajes que se sienten orgullosos de su trabajo, su fuerza actual radica en sus cruentos métodos de antaño, un hábil descenso a un Infierno donde se da cita aquello que dejó dicho Hanna Arendt <La banalidad del mal>, gente que convivía con el homicidio de modo rutinario, su labor era salir a la calle, atrapar a cualquier sospechosos de disidente, torturarlo y matarlo.

Es una galería de situaciones y de relatos pavorosos, contados de modo tan flemático que te hace dudar si no es un fake, además de mostrar que eran unos Monstruos, que son unos Monstruos, exhiben una mente tan cortita que aterroriza pensar que un país depositará su ‘seguridad’ en manos de estos dementes, con una mentalidad pueril. Macabro trabajo que te deja turbado, deprimente retrato de la Naturaleza del Mal, radiografía de unas personas amorales, desalmadas, asentimentales, Bestias con apariencia humana, seres repulsivos, que con un humor negrísimo describen sus ‘fechorías’ como actos traviesillos que una panda de chiquillos perpetra. El director consigue un enfoque original y desconcertante al dar libertad a las Bestias para que ‘disfruten’ con esta película dentro de una película, se creen unas estrellas hollywoodienses y se vienen arriba, se desinhiben, con el recurso de que se ‘desnuden’ ante la cámara con sus ‘batallitas/recreaciones’ nos deja más helados que con imágenes de archivo, nos asquea y desconcierta la trivialidad con la que nos escupen sus masacres, nos revuelven las tripas con tanta frialdad ‘chistosa’. El film divaga entre el surrealismo, la astracanada y el horror.

Se abre con la cita de Voltaire <Está prohibido matar. Por tanto, todos los asesinatos son castigados. Salvo aquellos que se practican en gran número y acompañados por el sonar de las trompetas>, y se inicia con un desconcertante número musical en un lugar paradisiaco coronado por una bella cascada y un lago, de la boca de un enorme pez de metal salen unas bailarinas comandadas por una especie de Drag Queen, una vez sacudidos por el momento kitsch conocemos a Anwar, nos lleva a una terraza, con total falta de emoción relata cómo asesinaba a los ‘comunistas’, y por el asco que le provocaba los charcos constantes de sangre perfeccionó su técnica hacia el estrangulamiento con un alambre, para lo que lo escenifica con un amigo, cruento, tras lo que dice se iba a disfrutar de una película de Elvis Presley, esto le ponía de buen humor para seguir matando, tramo que marca el tono bizarro del documental, también bailaba y fumaba marihuana para desconectar de su ‘ordinaria’ vida. (Continua en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow