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Voto de TOM REGAN:
8
7,2
92
Drama
En un campo de concentración nazi, un reo que espera su ejecución salva la vida en el último momento cuando el comandante se entera de que el prisionero tiene habilidades para el boxeo. (FILMAFFINITY)
15 de febrero de 2021
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47/12(10/02/21) Notable drama a reivindicar, enmarcado en el centro de los horrores de un campo de exterminio nazi durante la WWII. Dirigido con gran pulso narrativo por el eslovaco Petr Solan, el guión del propio Solan junto a Tibor Vichta se inspiró en una obra literaria Jozef Hen, la primera versión del guión de 1958 no fue aprobada debido al tono profascista, no se logró filmar hasta tres años después. El guión, basado en un cuento del escritor polaco Jozef Hen, el púgil Jan Komínek está inspirado en la historia de un boxeador real polaco llamado Tadeusz Pietrzykowski (1917-1991, que sobrevivió estando en los campos de concentración de Auschwitz y Neuengamme), donde se da un enfrentamiento psicológico entre un preso que encuentra la supervivencia en el boxeo y un comandante arrogante que cree encontrar en el reo a su saco de punch. Ello en un desarrollo muy trazado, con tramos conmovedores, donde se da carácter al casi siempre caricaturizado soldado nazi, con secuencias de una tremenda carga dramática, con situaciones que se te quedan marcadas en la mente, un estudio de personajes que vemos evolucionar en un enfrentamiento tour de forcé vigoroso, tratando temas a nivel de profundidad sobre el espíritu de supervivencia, sobre los sentimientos de culpa, sobre la nobleza del deporte, y ello con el aterrador plano de fondo cual halo Avernal) de las chimeneas humeantes de los crematorios. La película multilingüe fue realizada con actores alemanes, eslovacos, checos y polacos, rodándose en el lugar de un antiguo campo de trabajo judío construido en 1941 cerca de la ciudad eslovaca de Nováky (El campo se estableció en 1941 y albergaba entre 1.200 y 1.800 prisioneros). Especie de revisión es el drama estadounidense “Triumph of the Spirit” (1989) de Robert M. Young, en el que Willem Dafoe interpreta al boxeador greco-judío Salamo Arouch , que lucha por su vida en el anillo en Auschwitz tenía que hacerlo.
La década de 1960 es conocida como la edad de oro del cine checoslovaco. Toda una generación de aspirantes a cineastas jóvenes dio forma a la Nová Vlna, la nueva ola checoslovaca. Las obras en su mayoría de crítica social, que se liberaron de las limitaciones estatales en términos de estilo y contenido, también causaron revuelo a nivel internacional y ganaron los premios más importantes en festivales de cine internacionales. “La tienda de la Hauptstraße” (1965) de Ján Kadár y Elmar Klos, así como “El amor según el calendario” de Jiří Menzel (1966) fueron galardonadas con un Oscar a la mejor película en lengua extranjera, o también “Romeo, Julie a tma” de Jirí Weiss galardonada con la Concha de Oro de San Sebastián.
Tiene un comienzo sugerente y desorientador, cuando vemos durante los créditos iniciales a un púgil dar puñetazos contra un saco de boxeo en un gimnasio ante la atenta mirada de su esposa. Termina el entrenamiento y se viste, y entonces viene el impacto, pues vemos que es un oficial de las SS nazis, sale al exterior y vemos que es el comandante de un campo de concentración, y que se dispone a dictar sumaria sentencia sobre un grupo de presos que han intentado huir, describiendo los hechos con lenguaje deportivo, llamando ‘falta’ al intento de fuga, y posteriormente condenándolos a muerte, no sin antes un orgulloso preso esquivar los intentos de golpes del comandante, lo que provoca por azar la salvación del esquivador.
A partir de entonces se produce gradualmente una relación simbiótica entre ambos protagonistas, donde cada uno va obteniendo lo que pretendía. Por un lado el reo Komínek obtiene privilegios lo mantienen alejado de las cámaras de gas, por otro el comandante Kraft obtiene un sparring que le hace creer que es un gran boxeador cuando lo derrota una y otra vez, levantándole la moral. Los dos tienen una impostada amistad, pero cogida con papel de fumar, un respeto deportivo frágil, pues en realidad cada uno es consciente de la jerarquía que ocupa, todo es hipocresía falsaria entre ambos, ya que el alemán sabe de su superioridad que maneja con flema condescendiente, y el checo sabe que no debe sobrepasar la línea de ser un saco de punch, aun sabiéndose mejor, su orgullo es su peor enemigo. Aunque el cuadrilátero parezca un lugar neutral, donde los rangos desaparecen, esto es solo una ilusión ficticia, pues subyacen códigos morales perversos. Combates filmados con gran realismo verité, con formidables coreografías, con intensidad física, ayudada por un gran trabajo de los actores que desbordan naturalidad.
Hay una escena que probablemente sea la más significativa de la cinta, y paradójicamente no tiene nada que ver con el boxeo. Me refiero a cuando Komínek se dirige por el campo a que le hagan un examen por el Dr. Gluck (Jindrich Narenta), por el camino ve a en recinto vallado a un grupo de prisioneros recién llegados, aun con la ropa de civil (mujeres, niños, ancianos, con sus enseres). Tras ser chequeado de modo cariñoso (¿?) por el medico nazi, vuelve a salir, pero ya el recinto está vació de presos, solo un guardia hay silbando, los están enseres esparcidos por el suelo de modo caótico. Entonces se agita el aire, Komínek es rodeado por el humo negro, y grita desesperado, pues ve que el humo y cenizas provienen de la gran chimenea del crematorio, mientras él era atendido amablemente para ser un juguete en manos del comandante, cerca de allí decenas de inocentes eran llevados a las cámaras de gas y posteriormente sus cuerpos a los hornos, dantesco. Y todo esto contado con sutilidad, sin que se diga nada, pero todo se sabe con incisivo y desgarrador tono;... (sigo en spoiler)
La década de 1960 es conocida como la edad de oro del cine checoslovaco. Toda una generación de aspirantes a cineastas jóvenes dio forma a la Nová Vlna, la nueva ola checoslovaca. Las obras en su mayoría de crítica social, que se liberaron de las limitaciones estatales en términos de estilo y contenido, también causaron revuelo a nivel internacional y ganaron los premios más importantes en festivales de cine internacionales. “La tienda de la Hauptstraße” (1965) de Ján Kadár y Elmar Klos, así como “El amor según el calendario” de Jiří Menzel (1966) fueron galardonadas con un Oscar a la mejor película en lengua extranjera, o también “Romeo, Julie a tma” de Jirí Weiss galardonada con la Concha de Oro de San Sebastián.
Tiene un comienzo sugerente y desorientador, cuando vemos durante los créditos iniciales a un púgil dar puñetazos contra un saco de boxeo en un gimnasio ante la atenta mirada de su esposa. Termina el entrenamiento y se viste, y entonces viene el impacto, pues vemos que es un oficial de las SS nazis, sale al exterior y vemos que es el comandante de un campo de concentración, y que se dispone a dictar sumaria sentencia sobre un grupo de presos que han intentado huir, describiendo los hechos con lenguaje deportivo, llamando ‘falta’ al intento de fuga, y posteriormente condenándolos a muerte, no sin antes un orgulloso preso esquivar los intentos de golpes del comandante, lo que provoca por azar la salvación del esquivador.
A partir de entonces se produce gradualmente una relación simbiótica entre ambos protagonistas, donde cada uno va obteniendo lo que pretendía. Por un lado el reo Komínek obtiene privilegios lo mantienen alejado de las cámaras de gas, por otro el comandante Kraft obtiene un sparring que le hace creer que es un gran boxeador cuando lo derrota una y otra vez, levantándole la moral. Los dos tienen una impostada amistad, pero cogida con papel de fumar, un respeto deportivo frágil, pues en realidad cada uno es consciente de la jerarquía que ocupa, todo es hipocresía falsaria entre ambos, ya que el alemán sabe de su superioridad que maneja con flema condescendiente, y el checo sabe que no debe sobrepasar la línea de ser un saco de punch, aun sabiéndose mejor, su orgullo es su peor enemigo. Aunque el cuadrilátero parezca un lugar neutral, donde los rangos desaparecen, esto es solo una ilusión ficticia, pues subyacen códigos morales perversos. Combates filmados con gran realismo verité, con formidables coreografías, con intensidad física, ayudada por un gran trabajo de los actores que desbordan naturalidad.
Hay una escena que probablemente sea la más significativa de la cinta, y paradójicamente no tiene nada que ver con el boxeo. Me refiero a cuando Komínek se dirige por el campo a que le hagan un examen por el Dr. Gluck (Jindrich Narenta), por el camino ve a en recinto vallado a un grupo de prisioneros recién llegados, aun con la ropa de civil (mujeres, niños, ancianos, con sus enseres). Tras ser chequeado de modo cariñoso (¿?) por el medico nazi, vuelve a salir, pero ya el recinto está vació de presos, solo un guardia hay silbando, los están enseres esparcidos por el suelo de modo caótico. Entonces se agita el aire, Komínek es rodeado por el humo negro, y grita desesperado, pues ve que el humo y cenizas provienen de la gran chimenea del crematorio, mientras él era atendido amablemente para ser un juguete en manos del comandante, cerca de allí decenas de inocentes eran llevados a las cámaras de gas y posteriormente sus cuerpos a los hornos, dantesco. Y todo esto contado con sutilidad, sin que se diga nada, pero todo se sabe con incisivo y desgarrador tono;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... El humo de las chimeneas también será protagonista de infernal fondo para otra escena en el tramo final. Cuando Helga disiente de como su marido Kraft ha tratado a Komínek, este le ha dejado con el oficial Holder (Gerhard Rachold), lo que viene a ser su muerte. Esta de modo pragmático hace ver a Kraft que si esto trasciende, y cuando acabe la guerra vuelve a boxear profesionalmente este puede ir en su contra por ‘condenarlo’ por haberle vencido en el ring. Mientras habla de modo rutinario ella abre la ventana y por ella vemos la humeante chimenea de los crematorios, haciéndonos ver sutilmente aquello que Hannah Arendt llamó ‘la banalidad del mal’, comentando sobre la vida de un preso, cuando decenas arden frente a ellos como si nada les afectara.
Ello en una realización excelente donde Solan con la asistencia de la cinematografía Tibor Biath (“Racha, chemi sikvaruli”) crea escenas de niveles perturbadores, cargadas de simbolismos, de alegorías, y ello con una gran elegancia, pues siempre el horror está fuera de campo, se sugiere de forma brillante para que sea el propio espectador el que rellene los huecos. Filmando las peleas con sentido de enorme credibilidad, sentimos la zozobra de Komínek, su angustia.
Esto el actor eslovaco Štefan Kvietik atomiza a su Komínek con una gran actuación, tipo orgulloso, pero que sabe su lugar en el campo, sabe que tiene una línea a no rebasar ser bueno en el ring pero no demasiado, ello con una gran expresividad, mostrando toda una gran gama de emociones desde la frustración, la esperanza, la ira, la desilusión, o el nihilismo. Además en una evolución física primorosa en como vemos su cuerpo al principio y como está al final, sensacional; Manfred Krug como el comandante Kraft, da una estupenda interpretación , sabiendo exhibir a un nazi que navega por la fina línea entre el monstruo y el humano, ello ejemplificado en su compleja relación con Komínek. Tipo que se nota arrastrado por la guerra, pero una vez en ella se muestra como un burócrata con mucho poder sobre la vida y muerte, pero que en su vida fuera del campo es un tipo con debilidades e inseguridades. Muy bueno; Valentina Thielová como Helga, esposa del jerarca del campo actúa de un modo serpentil, cual Lady Macbeth, susurrando al oído dubitativo de su marido consejos que él sigue, ello con una gran química merced a los inteligentes diálogos entre ellos; Józef Kondrat como Venzlak, el improvisado entrenador y consejero de Komínek, fenomenal como adiestra de modo físico y mentalmente a su pupilo.
Se le puede encontrar el defecto de que apunta un conflicto con los demás reos de Komínek por los privilegios de ser el protegido del comandante, lo tachan de delator, pero esto se queda en un esbozo no desarrollado y que podría haber dado de sí, pero se queda en un apunte interesante a pie de página, acotando el conflicto a los dos antagonistas, y dejando muy de lado a los demás presos cuasi-impersonalizados; tampoco el final me resulta satisfactorio, un tanto forzado e inverosímil (spoiler).
Spoiler:
El final con Komínek liberado por el comandante del campo, como disfruta este ya en el exterior de mojarse el rostro en un riachuelo, de tumbarse sobre la hierba. Entonces escucha la sirena del campo (señal de que van a morir más presos), y Komínek decide volver para morir con los demás. Este sacrificio me resulta muy forzado y poco verosímil. Los que están en el campo están condenados a muerte tarde temprano, y él volviendo no cambiará nada, es un acto de dramatismo pasado de vueltas. Aun así un pequeño defecto para una gran película. Fuerza y honor!!!
Ello en una realización excelente donde Solan con la asistencia de la cinematografía Tibor Biath (“Racha, chemi sikvaruli”) crea escenas de niveles perturbadores, cargadas de simbolismos, de alegorías, y ello con una gran elegancia, pues siempre el horror está fuera de campo, se sugiere de forma brillante para que sea el propio espectador el que rellene los huecos. Filmando las peleas con sentido de enorme credibilidad, sentimos la zozobra de Komínek, su angustia.
Esto el actor eslovaco Štefan Kvietik atomiza a su Komínek con una gran actuación, tipo orgulloso, pero que sabe su lugar en el campo, sabe que tiene una línea a no rebasar ser bueno en el ring pero no demasiado, ello con una gran expresividad, mostrando toda una gran gama de emociones desde la frustración, la esperanza, la ira, la desilusión, o el nihilismo. Además en una evolución física primorosa en como vemos su cuerpo al principio y como está al final, sensacional; Manfred Krug como el comandante Kraft, da una estupenda interpretación , sabiendo exhibir a un nazi que navega por la fina línea entre el monstruo y el humano, ello ejemplificado en su compleja relación con Komínek. Tipo que se nota arrastrado por la guerra, pero una vez en ella se muestra como un burócrata con mucho poder sobre la vida y muerte, pero que en su vida fuera del campo es un tipo con debilidades e inseguridades. Muy bueno; Valentina Thielová como Helga, esposa del jerarca del campo actúa de un modo serpentil, cual Lady Macbeth, susurrando al oído dubitativo de su marido consejos que él sigue, ello con una gran química merced a los inteligentes diálogos entre ellos; Józef Kondrat como Venzlak, el improvisado entrenador y consejero de Komínek, fenomenal como adiestra de modo físico y mentalmente a su pupilo.
Se le puede encontrar el defecto de que apunta un conflicto con los demás reos de Komínek por los privilegios de ser el protegido del comandante, lo tachan de delator, pero esto se queda en un esbozo no desarrollado y que podría haber dado de sí, pero se queda en un apunte interesante a pie de página, acotando el conflicto a los dos antagonistas, y dejando muy de lado a los demás presos cuasi-impersonalizados; tampoco el final me resulta satisfactorio, un tanto forzado e inverosímil (spoiler).
Spoiler:
El final con Komínek liberado por el comandante del campo, como disfruta este ya en el exterior de mojarse el rostro en un riachuelo, de tumbarse sobre la hierba. Entonces escucha la sirena del campo (señal de que van a morir más presos), y Komínek decide volver para morir con los demás. Este sacrificio me resulta muy forzado y poco verosímil. Los que están en el campo están condenados a muerte tarde temprano, y él volviendo no cambiará nada, es un acto de dramatismo pasado de vueltas. Aun así un pequeño defecto para una gran película. Fuerza y honor!!!